Hoy, por fin, se estrena en España el documental Ennio: el maestro, un filme histórico porque es la primera ocasión en que un cineasta tributa a un compositor propio dedicándole un documental extenso y completo. No había pasado hasta ahora, nunca: sí hay otros documentales sobre compositores de cine (en nuestra Biblioteca tenemos catalogados 36, y hay aún más), pero todo ellos hechos por realizadores del audiovisual, no por profesionales que colaboraran estrechamente con el compositor. Solo hay -hasta donde sé- una pequeña excepción: el mediometraje Un amico magico: il maestro Nino Rota (Mario Monicelli, 1999), pero por su escasa duración (55 minutos) y su limitadísimo alcance comercial no es realmente una excepción y lo hecho por Tornatore se mantiene como algo inédito.
Sobre el documental ya diserté en (Casi) todo sobre Morricone y a ese texto me remito, pues es bastante completo y elocuente sobre sus virtudes y también sobre sus limitaciones, que pese a lamentarlas no restan un ápice a la grandeza de su existencia. Ojalá hubieran más Tornatores y los grandes cineastas de la música de cine recibieran más homenajes de los directores a los que tanto beneficiaron con sus aportaciones. Steven Spielberg haría uno fantástico e interesantísimo sobre John Williams, ampliándolo por supuesto a los trabajos del genial compositor con otros directores. ¿Por qué no lo ha hecho, siendo Williams una leyenda viva de la cultura estadounidense del Siglo XX y también del XXI? Este documental es probablemente el que más falta y hace falta, pero no sería el único. Por estar los directores aún vivos, Paul Verhoeven podría hacer uno sobre Jerry Goldsmith, Martin Scorsese uno sobre Elmer Bernstein o Bernard Herrmann, James Cameron sobre James Horner... ¡tantos! ¿No merece José Nieto un documental en toda regla? Vicente Aranda ya no vive, pero sí Manuel Gutiérrez Aragón, por ejemplo. El problema no son los costes ni la falta evidente de proyección comercial, teniendo en cuenta la cantidad de documentales que se producen al año.
Claro que cualquier realizador con talento y conocimiento podría hacer un documental sobre Goldsmith, Bernstein o Nieto, de esos documentales, como he indicado, ya hay varios. Lo hermoso, lo poético, lo realmente superior es que sea un tributo hecho por un director con el que haya trabajado. Georges Delerue y Nino Rota recibieron piropos explícitos -nombrándolos- de Truffaut y de Fellini en La nuit américaine (73) y Roma (72), respectivamente, y seguramente hay más ejemplos de pequeños guiños afectuosos en algún lugar de alguna película. Pero lo de Tornatore es realmente único. Ojalá más pronto que tarde deje de ser tan único.