La noticia que el compositor islandés Jóhann Jóhannsson ha saltado del filme 'Blade Runner 2049', de Denis Villeneuve, y ha sido sustituido por Hans Zimmer, ha generado controversia entre los aficionados y en las redes sociales. También ha sido objeto de un artículo en The Guardian, con el título 'Have we reached peak Hans Zimmer?' (¿Has llegado a lo máximo, Hans Zimmer?). Firmado por Jordan Hoffman, expone como eje principal de su reflexión que ya hay demasiado sonido Zimmer en las películas actuales y que no estaría de más probar un cambio. Lo afirma asegurando, entre otras cosas, que no soy el único al que empieza a molestarle el hombre que ha cambiado el cómo debe sonar cualquier blockbuster. Reconoce que no siempre suena igual, pero en años recientes, los temas propulsivos, repetitivos, que parecen ya estar sonando antes de que puedan ser percibidos, y que luego se exudan en las siguientes escenas, están en todas partes en las películas. El articulista encuentra la razón en los terribles temp tracks (pistas temporales) y cita como ejemplo de pista temporal común el tema Journey to the Line de The Thin Red Line (98). También afirma, ya refiriéndose al filme de Villeneuve, que lo que es particularmente irritante en el caso Blade Runner 2049 es que este tipo de bombástica no tiene nada que ver con la película de 1982 de Ridley Scott, salvo por los créditos finales. Y lo que es peor, el compositor de ese filme, Vangelis, sigue vivo y en activo (...) no es que Zimmer no siga siendo brillante (...) pero sí que estaría bien dar a otro una oportunidad de vez en cuando.
No es que no le falte razón en algunas de sus reflexiones (enseguida me ocuparé de ello) pero Zimmer es un cineasta y no alguien que pone temas al tuntún antes/durante/y exudadas después en las escenas. Afirmar esto, aparte de una completa falta de respeto, es no haber entendido nada sobre obras erigidas en la forma de construcción narrativa (también emocional) y donde con mayor o menor acierto se ha creado la explicación del conjunto de la película, como corresponde a cualquier cineasta: ¡la música de cine no es poner un disco durante una película para que acompañarla durante el metraje!
Salvo que el firmante del artículo crea que todas las bandas sonoras de Zimmer son como la excepcional (por su atipicidad) Dunkirk (17) no se explica que vea iguales bandas sonoras que no lo son, ni en intenciones ni en estructuras: nada tiene que ver Interstellar (14) con Batman v Superman: Dawn of Justice (16), aunque las músicas puedan sonar parecidas. Por otra parte, al articulista le debería haber interesado ver el serial de master-class del compositor, que nosotros desgranamos en 11 artículos comentados (y críticos), y así hubiera sabido del método de trabajo que tiene Zimmer, que a sus alturas de carrera no necesita tener que cumplimentar pistas temporales puestas por un editor cuyos honorarios son seguramente cien veces menores... y por otra parte, ¿cómo es posible calificar de irritante lo hecho en Blade Runner 2049 cuando aún no se conoce? ¿Y si fuera un estupendo trabajo? Creo fundamental incidir en todo esto porque, una vez más y además en un medio tan importante como The Guardian, se minimiza el oficio del compositor de cine reduciéndolo a la categoría de empapelador, aunque haya ocasiones en Zimmer lo haya sido. Pero no es solo un estilo sino unas formas e intenciones, pero sobre todo un compromiso, el de hacer película ¿Acaso Morricone o Williams no tienen una musicalidad parecida y bien identificable? ¿Esa musicalidad es lo más importante? Quizás para un CD sí, para una película absolutamente no.
La música de Jóhannsson ha sido rechazada. Es algo que sucede usualmente bien porque no funciona (por la razón que sea) o porque se teme que no funcione: en otras palabras, que no sirva para vender la película. O dicho de otro modo, porque los productores entran en estado de pánico y temen que la película vaya a ser un fracaso. Cuando eso sucede, generalmente es el compositor el que debe hacer las maletas, y músicas más accesibles y comerciales son las que se imponen. Y un hecho constatable y certero es que la música de Jóhannsson no ha generado aún lo que sí ha logrado Zimmer: ser marca. Si como parece probable la hipótesis del pánico es cierta, a los productores les habrá motivado al cambio la importancia y fama de la firma. Y es en este punto en el que creo que el artículo de The Guardian tampoco es acertado: ¿acaso se desconsidera que no se ha intentado, con Jóhannsson, algo diferente? Su sustitución responde a la realidad de la inmisericorde industria hollywoodiense, no a la voluntad del compositor de quitarle el trabajo a los demás, o por lo menos no hay indicios de que haya sido así.
Esta es la realidad y por ella vemos a muchos compositores quejarse en foros y redes sociales (aunque no pocas veces son con lágrimas de cocodrilo). En este sentido es donde Jordan Hoffman dispara certeramente a la diana porque tenemos un problema importante si parte del cine ya no se va a entender si no es con ese tipo de música, sea genuina o sea imitada. Y esto último -que sea de Zimmer o de un imitador- resulta vital, porque Zimmer tiene capacidad de imponer criterios, pero el imitador seguramente solo puede obedecer los ajenos.
No hay escape, realmente: el dar a otro una oportunidad de vez en cuando implica, en la cruda realidad y visto lo sucedido con Jóhansson, que aunque Zimmer se aparte, a quien venga se le pedirá Zimmer. No es responsabilidad del compositor, aunque sea a él a quien se le achaque la culpa. A quien The Guardian debería señalar es a los productores pero también al público, y ambos no creo que estén por la labor de atender demandas que también suscribimos.