Estos últimos días han sido intensos. El Krakow Film Music Festival, que tiene lugar en Polonia, ha cerrado su nueva edición con apabullante éxito de convocatoria. Su festival hermano, Fimucité, ha sacado el número gordo anunciando la presencia de Howard Shore como invitado y también camina sobre aguas bastante seguras por la amplia trayectoria y experiencia. Ventajas que en principio confluyen por partida doble en la primera edición del MOSMA en Málaga, que esta semana ha anunciado su programa y que organiza el Festival de Málaga. Su director, Juan Antonio Vigar, asume el mismo cargo en este primer festival y David Doncel alma mater y director de los pasados Festivales de Música de Cine y Úbeda figura como coordinador de contenidos. Con todos los respetos y reconocimiento que merecen tanto el Festival de Cine como su director nada devalúa sino al contrario revaloriza a Doncel por su capacidad de levantar proyectos hundidos, entre otros méritos.
Yo he sido muy crítico con él, particularmente este último año y seguramente debí haberlo sido desde más años atrás, pues no han sido pocos los errores cometidos: algunos inevitables, otros perfectamente evitables y no pocos completamente inaceptables, particularmente la cadena de ellos que llevó -culpas ajenas incluidas- al desastre acontecido en Córdoba hace ahora un año, cuando se anunció un festival que sencillamente no existía. En MOSMA, y con una dirección más profesionalizada, se sobreentiende que algunas actitudes habidas en el pasado no tendrán cabida. El espléndido programa presentado para en seco el duro golpe de ver cómo Howard Shore -reclamo principal del abortado festival de Córdoba- es la estrella de Fimucité, en una operación por otra parte completamente lícita.
De lo que oferta Fimucité habrá tiempo para hablar. En lo que respecta a MOSMA hay dos importantes retos que deberán superar. El primero es su programa de actividades escaso y básico, al menos lo que se presenta a fecha de hoy en su web oficial. La agenda de charlas deja mucho tiempo libre y puede que eso desanime a quien haya de venir de fuera de la ciudad, en tanto supone un gasto no rentabilizado salvo que se quiera hacer turismo. No habiendo un programa de actividades que ocupen muchas horas del día (como sucedía en Úbeda y Córdoba) seguramente deberán depender de la docena de incondicionales y de los malagueños. Hay riesgo de que las charlas estén vacías.
El segundo riesgo es mayor. Son cuatro conciertos sinfónicos a cargo de dos orquestas. Los cuatro conciertos son de pago, entre 15 y 24 euros aunque con un abono para los cuatro. El pasado 25 de abril tuvo lugar uno dedicado a presentar MOSMA, fue incluido en medio del exitoso Festival de Cine Español y su entrada costaba 5 euros. Según lamentó un cronista en Asturscore (con documentación gráfica) "Una lástima por cierto que un concierto tan interesante contara con tantas butacas vacías, siendo un evento que ha generado tanta expectación en redes sociales". Esto es: concierto en pleno Festival de Málaga, anunciado a bombo y platillo y a 5 euros... y no pocas butacas vacías. ¿Cuánta gente acudirá a ver un concierto dedicado a Michael Kamen, cuando casi nadie -aficionados excluidos, aunque no todos- sabe quién es? ¿Y quién llenará un teatro para escuchar un concierto monográfico dedicado a Sean Callery, que además solo dura 45 minutos y cuesta 15 euros? Hay riesgo de ver el teatro desoladoramente vacío.
Estos son los retos a los que se enfrenta la organización, por supuesto también que las dos orquestas estén a la altura (no pareció que fuera el caso en el concierto del 25 de abril, según Asturscore). Si tienen éxito en esos cuatro conciertos -valiendo la media ponderada, para ser justos- será entonces un éxito rotundo. Si no lo tienen nadie en justicia debería hablar de fracaso, porque la mera existencia del MOSMA es un éxito, pero sí de hacer planteamientos más razonables, ponderados y concentrados. A ver qué sucede. Nuestro deseo, desde luego, es que MOSMA no se escriba en minúsculas.