Serie televisiva sobre la historia del modisto Cristóbal Balenciaga.
Para esta serie sobre el mundo de la haute couture no podía esperarse otra que una banda sonora de haute couture, que es exactamente la que ofrece y con la que Alberto Iglesias viste la historia y personajes con refinamiento. Iglesias marca posicionamiento muy especialmente en los dos primeros capítulos, donde es abundante, en tanto en los siguientes decrece pero manteniendo presencia y rumbo, dejando más espacio a los personajes para desarrollar la trama.
Hay músicas externas, de ambiente, son variadas y ayudan a recrear los contextos históricos y también los entornos sociales y profesionales de la moda y sus gentes. Junto a ellas, músicas internas para expandir las luces y algunas sombras, especialmente las de Balenciaga, a quien la música del enérgico tema principal dota de mucha clase y más carácter, enfatizando su determinación, su obcecación y rigidez, pero exponiendo también sus inseguridades y algunas turbaciones. Quienes le rodean (su socio, su pareja, clientas o incluso colegas) reciben de diferentes maneras el impacto de su música: un piano igualmente exquisito sobre Dior, por ejemplo; o la melancolía sobre la futura reina Fabiola, son algunas de las derivaciones que aparentemente surgen de un mismo tejido musical, en lo que es una creación de gran solidez estilística pero con diferentes colores y matices.
Es una música que va de más a menos a medida que transcurre la serie, que pasa de involucrarse en mucho a recorrer poco, pasando casi de puntillas por los aspectos más conflictivos y turbulentos (no solo del personaje), pero incluso siendo más pulcra que profunda y estando más que participando no pierde un ápice de exquisitez.