Una adolescente huérfana atraviesa el Oeste americano con un dulce pero misterioso robot y un excéntrico vagabundo en busca de su hermano pequeño.
El compositor firma una banda sonora que tiene las mejores intenciones pero que resulta apática, desganada, también monótona. Cumple en lo esencial pero no contribuye a elevar una película que, por lo demás, tampoco remonta el vuelo a pesar de los muchos atractivos que hay en su diseño visual. La música, sustancialmente emocional, es dérmica y superficial, pero carece de alma, de pulso y de ímpetu dramático, a pesar incluso de su belleza formal, que la tiene. Una obra muy poco ambiciosa.