Filme basado en Gabriele Amorth, un sacerdote que ejerció como exorcista principal del Vaticano, realizando más de cien mil exorcismos a lo largo de su vida.
Aunque parte de esta creación recorre zonas muy comunes en el género del terror paranormal y que algunos de sus recursos son algo exagerados, hay mucha solvencia y buenas ideas en la música del compositor, que se entrega a fondo para intentar dotar de calado y solvencia a la dramaturgia y trasfondo del filme. No lo acaba de conseguir por las carencias del resto de la película, pero la banda sonora es eficiente, elaborada, inteligente y sobre todo táctica, que dosifica algunos de sus impactos y su violencia y alcanza momentos que capturan muy bien la tensión del entorno, fomentando una impresión de peligro y oscuridad. También hay espacio para describir emociones humanas como el miedo, la tristeza y la esperanza.