Telefilme que adapta la novela de Ray Bradbury sobre una sociedad en la que está absolutamente prohibida la lectura y una patrulla de bomberos se encargan de quemar cuantos libros encuentren y arrestar a sus propietarios. Algunos ciudadanos esconden sus libros y uno de los bomberos oculta que también es un lector.
Incluso olvidando la referencia de la música de Bernard Herrmann para el Fahrenheit 451 (66) de François Truffaut, pues hacerlo sería aún más deprimente, nada hay en esta creación que tenga el mínimo interés. Dos compositores para crear una amalgama de temas musicales ambientales insípidos e insignificantes. Pretenden, es claro, crear un entorno distópico pero lo que generan es una zona muerta, inanimada. Son músicas ambientales que son irrelevantes como lo son los momentos dramáticos, que pudiendo funcionar por contraste no remontan el conjunto de una creación anodina. Aburrida, vacía e insustancial.