Esta es una serie que rinde tributo al western manteniendo la esencia del género hispano del bandolerismo, con una historia que crece y va a más en cada uno de los cinco episodios, progresivamente mejores, y que saca estupendo partido de los paisajes (integrados en el argumento) y de un plantel de notables personajes secundarios que alimentan y retroalimentan la trama. Nada podía fallar para hacer de esta una serie inolvidable, pero lo que falla y estrepitosamente es una música sin rumbo, apática, que resta allá donde debería sumar y que en lugar de elevar y hacer trascender la serie la mantiene en un nivel plano parco, monótono y aburrido, y siempre por detrás del resto de la serie, hasta tal punto de hacer de la música un elemento prácticamente innecesario.

Son varios sus problemas: el primero es su falta de solidez estructural, con demasiados temas que no representan nada y nada explican; el segundo es su inexistente arco dramático, pues allá donde la historia y sus personajes evolucionan, la música no, y allá donde hay continuidad argumental la música se limita a procurar resolver lo inmediato, a atender a las escenas concretas sin considerar lo sucedido previamente ni servir de utilidad para lo que prosigue, que es como siempre se ha hecho cuando se ha hecho bien.

Por otra parte, nada de la música explica a sus personajes, prácticamente toda ella es indiferente a los mismos, y lo que hay que cumple con esa consideración resulta muy básico. Los personajes tienen profundidad, llagas emocionales, y sin embargo la música es plana, lo que juega muy a la contra. Ni tan solo aporta algún tipo de aura que permita conseguir una mínima trascendencia, como por ejemplo la que se aprecia en News of the World (21) -por citar una referencia bastante similar-, donde la música se aplica tanto para el entorno geográfico como para generar un aura de tristeza y melancolía alrededor de los protagonistas y de los personajes con los que se encuentran, siendo así la música parte esencial de un todo. Nada de eso se da aquí, pues la música está deslabazada y no aporta prácticamente nada de relevancia a la serie.

Todo aparenta que en esta serie no se ha pensado en las consideraciones musicales hasta acabada y montada, y quizás por ello -y de ser así- se explica el peor de sus problemas: un terrible montaje musical, unas mezclas que son un puro despropósito que asfixian y destruyen los momentos donde la música podía haber ocupado un primer plano sonoro e, imantándose con los hermosísimos paisajes, impregnar a los personajes e involucrar a la audiencia. Es triste constatar que lo mejor de la música esté en sus créditos finales, fuera de campo visual, apartada de los personajes y escenarios. Lo que hay es una música que apenas crea algunos momentos de ambiente y de énfasis de acción, que suena siempre igual, a un mismo nivel de percepción, que es más de parcheo que de integración orgánica y que al final perjudica muchísimo al conjunto de la serie. Sus aires de western, del todo desaprovechados, no suplen tantas carencias.