Un psiquiatra estadounidense estudia a veintidós nazis durante los juicios de Núremberg. Su estrecha relación con Hermann Göring y su obsesiva búsqueda por comprender la naturaleza del mal lo llevan a un oscuro destino.


El compositor firma una creación sinfónica y coral de gran intensidad que aunque es solemne se pierde y diluye en la pretenciosidad y artificio de la propia película. La música intenta insuflar de trascendencia y gravedad al filme pero sin lograrlo, resultando impostada en todo momento y excesiva en varias escenas, pareciendo que es la música más de un filme de los universos DC o Marvel que sobre un juicio histórico. Hay un motivo musical reiterado que se aplica para aportar calado dramático y voluntad de dar seriedad a un filme que es un simple e irrelevante entretenimiento, pero no encuentra su espacio ni quedan claras sus intenciones representativas, y que acaba siendo meramente de relleno, sin elevar el filme ni llevarlo a algo más que una convencionalidad plana y simple.