En 1950, un expatriado estadounidense en la Ciudad de México, pasa sus días casi completamente solo, hasta que su encuentro con un exsoldado le muestra, por primera vez, que puede ser posible establecer una conexión íntima con alguien.
En este filme con mucha droga, mucho alcohol, mucha búsqueda, mucho (mucho!) sexo y escenas homoeróticas varias, hay demasiado prediseño, demasiado cálculo y demasiado artificio para al final mostrar bien poca emoción y menos explicación de lo que pasa piel adentro de los personajes. La música entra en y recorrer los espacios que los actores no pueden mostrar, funciona muy bien en toda la parte psicodélica y de colocón, pero en lo emocional es música exasperantemente fría y del todo inexpresiva.