Reseña de Javier González:

El debut en el largometraje de la artista y realizadora Charlotte Colbert, que ha contado con el aval en la producción de Dario Argento, es una irregular pero estimulante cinta de terror psicológico sobre el movimiento #metoo. La banda sonora refuerza el enfoque femenino (y feminista) de la película gracias al uso de instrumentos (piano, cuerdas) y estilos (vals) tradicionalmente vinculados a la mujer.

La partitura de Clint Mansell comienza con sonoridades oscuras y asfixiantes que generan desasosiego, entre las cuales se presenta tímidamente el tema principal (solo sus primeras cuatro notas) al inicio de la película, coincidiendo con la llegada de las protagonistas a un hotel rural incrustado en un inquietante bosque cuyo pasado está marcado por la quema de brujas. Al contrario de lo que podría funcionar en una película más convencional, aquí la música oscura no emana del enigmático lugar ni el tema principal pertenece a la protagonista, sino que es ella la que trae consigo esta música turbadora (debido a su frágil estado de salud y a un trauma del pasado). El tema principal surge de las brujas del bosque y utiliza la voz de mujer como una llamada desde el más allá para atraer a la protagonista a una sanación física y espiritual. El personaje de la enfermera, sin embargo, queda desamparado durante la primera parte de la película al carecer de un tema musical, lo que aumenta su vulnerabilidad y exposición al peligro. El tema principal es desarrollado en forma de vals, bello y expansivo, y finalmente acaba por abrazar a todos los personajes femeninos, convirtiéndose en un tema de unión entre las dos protagonistas.

En la parte central del filme se presenta un pequeño tema a piano que parece referirse al bosque, pero es musicalmente insípido y totalmente prescindible. No es el caso del motivo musical para ilustrar el pasado y los recuerdos de la protagonista cuando era una actriz de trece años. Es una melodía delicada y frágil, simulando una caja de música. Aunque no tiene un gran peso narrativo, refleja a la perfección la inocencia de la protagonista en su infancia y su condición de juguete roto.

Por último, hay otro tema importante con protagonismo de voces femeninas, pero más agresivo y violento que el tema principal, ya que representa rabia y deseo de venganza. Es musicalmente notable (muy reconocible del estilo de Mansell), pero aporta más caos que orden. En momentos donde cabría esperar el tema de la venganza, suena el tema de la unión, así como en otras escenas donde debería aplicarse el tema de la unión, aparece el tema de la venganza, generando una confusión narrativa en momentos cruciales de la película y lastrando el resultado final.