Tal día como hoy, 12 de marzo, hace exactamente cien años, nació en Roubaix (Francia) Georges Delerue, un benefactor del Séptimo Arte y uno de los compositores más exquisitos, elegantes y con charme que nunca han sonado en la gran pantalla. Su música era puro caviar, y de ella obtuvieron beneficio no pocos directores que, siendo grandes, se hicieron aún más grandes gracias a él: François Truffaut principalmente, pero también Jack Clayton, Philippe De Broca, Jean-Luc Godard, Louis Malle, Fred Zinnemann, Bernardo Bertolucci, George Cukor, George Roy Hill, Norman Jewison y tantos otros directores que sacaron el mejor provecho del potencial y de la profundidad de su música. Un genio.
No creo que Delerue fuera un cineasta, al modo que entiendo del compositor que además de música aporta ideas al lenguaje cinematográfico. No conozco declaraciones suyas explicando los entresijos de la creación fílmica, como sí las han aportado cineastas -estos lo son- al estilo Williams, Herrrmann, Morricone, Zimmer, Goldsmith o tantos otros. Nino Rota, otro legendario compositor, tampoco era cineasta, seguramente poco o nada sabía de cine, pero Fellini, Visconti o Coppola sacaron lo mejor de su música y la convirtieron en cine puro. Pero ser solo compositor no es en absoluto un demérito cuando con su música se han creado tantas obras maestras de cine. Y Delerue plasmó su firma en un buen puñado de ellas.
Me parece absolutamente fascinante su obra conjunta con Truffaut. Al igual que Antoine Doinel -el personaje emblemático del director francés- en su relación con las mujeres, Truffaut amó a Delerue pero también le fue varias veces infiel, manteniendo relaciones con otros compositores. Es plausible pensar que a Delerue debió dolerle sentirse desplazado en películas que él podía haber asumido sin problemas, pero su lealtad al director que tanto quiso y admiró estuvo por encima de todo ello. Lo cierto es que, salvo en los tres últimos títulos que hicieron juntos, Delerue no funcionó orgánicamente en el cine con Truffaut: su música no salía de los personajes, de sus emociones o de las situaciones sino que eran la segunda (o tercera) voz del director, que se expresaba a través de la cámara, a través de la narración en off y a través de la música de Delerue, que era claramente la mirada y la explicación de François Truffaut. Es imposible entender plenamente el cine de Truffaut sin observar lo que está señalando la música pues lo que señala sobre los personajes es lo que está relatando el director. Una maravilla.
Por la dulzura de sus melodías la comparación con John Barry ha sido inevitable. Yo siempre he preferido a Delerue sobre Barry: la maravillosa música del británico estuvo casi siempre impregnada de melancolía y tristeza, pero con Delerue la música era un festin de joie de vivre, con músicas cargadas casi siempre de positividad e ilusión, incluso en lo más dramático. En MundoBSO tenemos más de doscientas fichas de obras suyas comentadas pero una carencia lacerante de vídeos explicativos hechos, solo dos: uno dedicado a Our Mother's House (67) y el otro a La nuit américaine (73) (podéis verlos en los enlaces). Vendrán más, muchos más. Salvo estas dos películas no he citado títulos porque sería una lista muy larga: nada menos que 38 bandas sonoras de cine, TV o documentales tienen una valoración de 8 y superior, una puntuación que bien saben quienes nos siguen que es muy difícil encontrar en MundoBSO precisamente para dejar la cumbre despejada y que las obras maestras más brillantes sean fácilmente accesibles a la gente interesada.
A Delerue lo recordamos siempre y siempre lo añoraremos. Juan Ignacio Valenzuela le dedicó un formidable ensayo que recomiendo encarecidamente aunque lamentablemente es inencontrable, Georges Delerue. De la Nouvelle Vague a Hollywood (Rosetta, 2019), sobre el que compartí reflexiones y desgrané en dos artículos (Delerue total). Porque es tan inmensa la contribución de Georges Delerue es esencial seguir explicando, mostrando y demostrando el valor del legado de este compositor nacido hace cien años pero cuya música es y será eterna.