El Festival de música de cine Movie Score Malaga (MOSMA) ha anunciado la lista de compositores que asistirán al evento que tendrá lugar entre de 5 al 9 de julio. En su segunda edición, contará con Trevor Jones, David Shire, Tyler Bates, José Nieto, Mac Qualey, Neal Acree, Víctor Reyes y Rupert Gregson-Williams, a falta de que se anuncien otros. Se mantiene así la línea programática que caracterizó los extintos festivales de Úbeda y de Córdoba de convocar a bastantes nombres en una política de cuantos más, mejor. Esta tiene como principal inconveniente la complejidad de dar a todos los compositores un espacio algo más que digno en el festival, aunque obviamente también tiene ventajas. La principal es la de servirle al aficionado un amplio festín de compositores con los que poder departir... pero para ello hace falta convocar a suficiente número de seguidores que haga del evento una fiesta no privada. Sucedió así en Úbeda y en menor medida en Córdoba, pero no en la primera edición de MOSMA, algo sobre lo que escribí en el editorial Mosma equilibrado (8 de julio 2016) donde comentaba que:
"De los 6.000 (asistentes al festival) celebrados por MOSMA apenas de 10 a 20 malagueños llegaron a presenciar las charlas y encuentros de los compositores. La cifra es escandalosamente ridícula. Pero ni MOSMA ni nadie de la organización debe cargar con la culpa, puesto que no es un problema de organización (pasa en Tenerife, pasó en Córdoba, pasa en muchos otros sitios) sino de enfoque y de hacer ver a la gente cinéfila que la música de cine es cine, no solo la pasión de unos coleccionistas de discos, lo que tiende a apartar a mucha otra gente y a desinteresarla".
Aunque la escasa asistencia de público se compensara con mucha mayor presencia en los conciertos, estos no llenaron, lo que también sucedió en Bilbao con James Newton Howard o con Alexandre Desplat en Barcelona, y sobre lo que también hay que reflexionar (los conciertos de FSO, infinitamente menos interesantes, colapsan auditorios).
MOSMA tiene un primer reto que afrontar y debería ser prioridad: convocar a más gente (especialmente a los locales) a las charlas de los compositores. El listón ahora mismo es bajo y mejorarlo no debería ser complejo, pero es importante para prestigiar el festival y colocarlo en el mapa de referencia, pues lo merece. Eso sí, el renombre y prestigio ha de alcanzarse por méritos y no con atajos como inflar cifras porque puede volverse en su contra. En la pasada edición se afirmó haber convocado a seis mil personas (se me dijo personamente, y así lo reflejé en el editorial, que "Las cifras salen de sumar todas las entradas de los conciertos, encuentros, cafés, entrega de premios... y sobre todo de los conciertos gratuitos en las calles"), pero al poco aparecieron vídeos con uno de esos conciertos gratuitos -el principal granero de asistentes, según la organización-, desoladoramente vacío (vídeo 1, vídeo 2). De los otros conciertos al aire libre no se han visto imágenes y, a pesar de su aparente éxito, no se han incluido en los resúmenes de la primera edición. Faltar a la verdad no es una opción y sí una importante resta allá donde había tanto que sumaba, lo que multiplica la estupidez de la mentira. Y es terriblemente contraproducente: uno de los temas de conversación de no pocos de los que asistieron a MOSMA fue lo inflada de esa cifra. ¿Era realmente necesario cuando sin abultar ya era un éxito?. En este punto quiero insistir en la determinación de MundoBSO de no dar información falsa a nuestros lectores, aunque en los tiempos que corren parezca casi una extravagancia y otros sitios prefieran no meterse en problemas y mirar a otro lado. Pero este es otro reto para MOSMA: encontrar su espacio -tiene virtudes sobradas para lograrlo- sin necesidad de falsear cifras porque, insisto, finalmente jugarán a la contra. Y en este mismo paquete de sugerencias entran los Premios Jerry Goldsmith, convertidos el pasado año en un paripé ya explicado en aquél editorial. Hay que ser escrupuloso en el respeto a la gente y a los compositores que comienzan, y no jugar con su ilusión. Es sencillamente imprescindible.
Otra línea programática que MOSMA parece heredar de los antiguos festivales de Úbeda y Córdoba es la de dar relevancia a los compositores olvidados, autores que o bien ya no trabajan o bien nunca han podido estar en primera línea, a pesar de merecerlo. Nombres de los que poca gente se acuerda, cuando no desconoce. Es algo que siempre he celebrado y puede convertirse en uno de los elementos con los que MOSMA se signifique y diferencie del resto de festivales. Es además una operación de riesgo, lo que merece un mayor aplauso y reconocimiento. Porque es fácil organizar un concierto con fanfarrias galácticas pero es muy arriesgado -cuando no una locura- proponer un concierto monográfico sobre Michael Kamen como el año pasado, por ejemplo. Y eso habla mucho y muy bien de quien ha tenido la osadía de ponerlo en cartel. ¿Quién sabe -aficionados y no todos aparte- quién demonios es David Shire? ¿Quién se acuerda -aficionados y no todos aparte- de José Nieto?. Hace un par de años, en MundoBSO, hicimos una encuesta sobre el conocimiento de los aficionados respecto a compositores españoles y los datos arrojaron que Nieto es ya casi un desconocido. Hay que trabajar mucho para que estas leyendas no caigan en el completo olvido, y el hecho de invitarlos evidencia la sensibilidad y exquisitez de los anfitriones. Con el historial de ambos compositores -y de los demás, naturalmente- MOSMA habrá de asumir el reto de que no sean figuras de paso, que posen en photocalls o salgan en fotos firmando discos, sino que haya un antes y un después de su presencia, tanto para el festival como para los propios homenajeados. Y se logrará consiguiendo que haya colas para escucharles y regalándoles uno o varios conciertos inolvidables. No es un reto fácil, pero MOSMA tiene a gente sobradamente cualificada para conseguirlo.
MundoBSO estará allí para vivirlo, ojalá para celebrarlo e insobornablemente para explicarlo sin ocultar ni una coma. Bienvenidos a MOSMA 2.