La música atribuida a un personaje ayuda a comunicar aspectos de ese personaje, y más si es ese personaje calla y es la música la que ha de hablar por él. Pero también puede ser atribuida a más de un personaje (una pareja, unos hermanos o una familia), o a un grupo mucho más numeroso (una etnia, habitantes de una misma nación o pueblo, esclavos, religiosos, sectores profesionales…) e incluso a una variedad heterogenea de personajes que no guardan ninguna vinculación relevante entre sí. Son los supuestos de la música individual, la música compartida y la música colectiva. No es una clasificación imperativa, ya que puede haber música que no sea ninguna de las tres (como por ejemplo cualquier tema musical ambiental), pero conocer sus características específicas ayuda a evitar no pocos errores que pueden generar confusión.
Si un personaje tiene su propia música y esta música no trasciende de su personaje, esta música es entonces individual, pero si abarca a otro personaje no necesariamente se convierte en compartida, aunque lo aparente. Por ejemplo: en Romeo & Juliet (68) el tema de amor escrito por Nino Rota sí es compartido por ambos personajes y les pertenece a los dos. Sin embargo, el tema de amor de Nicola Piovani para La vita è bella (98) no es compartida en un principio, sino que es la música que expresa el amor del protagonista por su esposa, unilateralmente, aunque más adelante acabe siendo compartida (ver vídeo de Lecciones de Música de Cine).
La música individual que se asigna a un personaje puede posicionarse en distintos planos desde los cuales resultar más o menos expresiva. Si la música se ubica piel adentro, por ejemplo, estará explicando o sugiriendo su pensamiento o sus emociones; si es exterior, y le pertenece, seguramente estará acompañando alguna acción en la que pueda verse involucrado. Razonablemente, la música interior tiene un cometido más relevante que la exterior, en tanto debe aclarar y explicar allá donde la exterior puede limitarse a ambientar. Pero en cualquier caso la música individual interior cumple es una de las grandes funciones de la música en el cine: meterse en la piel de los personajes y, en cierta manera, desnudarlos ante el público.
La música individual tiene un campo de acción muy amplio en cuanto a matices que pueden añadirse, pero esa amplitud se reduce a medida que se amplía el número de personajes que entran en la música, sea compartida o colectiva. Por ejemplo, en una música compartida por dos personajes (uno optimista y el otro pesimista), si se añaden elementos optimistas, estos se trasladan inevitablemente al personaje pesimista, y viceversa. Por ello, cuantos más personajes, menos matices y los rasgos han de ser más generales.
Ejemplos de música compartida los encontramos no solo en Romeo & Juliet y similares como en contextos en los que interesa dar una misma voz a un conjunto de personas: los judíos víctimas del horror de los nazis en Schindler’s List (93), los vikingos de How to Train Your Dragon (10), los adultos de E.T. The Extra–Terrestrial (82), el equipo liderado por Elliot Ness en The Untouchables (87) o la familia de Interstellar (14). Tanto la música individual como la compartida pueden llegar a expandirse y trascender del personaje que la lleva o de los personajes que la comparten. La música expansiva es aquella que, partiendo de su carácter interior se traslada a un plano exterior, contagiando a todos los que están alrededor del personaje que la aporta o yendo incluso mucho más allá. En otras palabras, es la música de un personaje que trasciende de sus emociones o pensamientos e inunda las emociones ajenas o los espacios por donde pasa. Es muy útil y bastante frecuente para evidenciar por ejemplo un enorme poder de seducción del personaje, pero para que funcione debe quedar claro que es la música del propio personaje que generosamente la comparte, no la música del entorno. Uno de los mejores ejemplos de su uso lo encontramos en la maravillosa música de Ennio Morricone para C’era una volta il west (68). El personaje de Jill tiene para sí una melodía dulce con la voz soprano de Edda Dell’Orso que se ubica en un plano interior (desvelando su soledad) pero también exterior, expandiéndose brutalmente y contagiando (su infinita bondad) a todos los que la rodean (ver vídeo). Lo mismo sucede con el personaje de Guido en La vita è bella, cuya música interior sobrepasa su piel y se lanza a conquistar espacios y personas, o en tantos otros ejemplos donde se plasma la fortaleza (física, emotiva, espiritual…) de un personaje a través de una música que se expande por todas partes y llega a silenciar a todas las demás músicas (ver vídeo). Y si se puede hacer para expandir la bondad, puede hacerse para inundar de maldad: en The Omen (76) (ver vídeo) o en Atonement (07) (ver vídeo), por ejemplo, si bien en este último caso no es tanto maldad como imprudencia. La música expansiva otorga un gran poder al personaje que la lleva, y además de modo muy directo y automático.
Las posibilidades de insertar matices en la música individual son totales: todo aquello que se corresponda con el personaje cabe; en la música compartida se limita al denominador común de aquellos que estén englobados bajo la misma música. Ya en el terreno de la música colectiva -para personajes que quizás ni se conocen- aquello que puede insertarse en la música y que sea común a todos será, con seguridad, lo elemental: tristeza, pesimismo, optimismo... todo lo que una a un grupo heterogéneo de personajes. Es algo que encontramos en filmes con microhistorias, tipo "un día cualquiera en la ciudad de Chicago", donde se relaten muchas historias diferentes. Ejemplos de música colectiva: las gentes de Amarcord (74), Magnolia (99), Cloud Atlas (12) y un largo etcétera.
Ponedlo en práctica: ¿qué podrías incluir en la música para explicar, por ejemplo, al personaje de Rasputin?. Seguramente la música hablaría de ambición, de maquinación, de frialdad, fatalidad, de aristocracia, de poder y también de seducción. Sería música individual. ¿Compartida? Si ampliamos la música a la familia Romanov, pues no tendría sentido incluir la maquinación pero sí el elemento aristocrático, el del poder y también el de la fatalidad (la de toda la familia). ¿Pero colectiva? Si vamos a hablar de Rusia, de la Rusia de principios del XX, de los Romanov y de los hambrientos campesinos... no tendría lógica incuir maquinación, aristocracia o poder, pero sí por ejemplo fatalidad. Y es que cuantos más personajes sean incluidos, menos elementos dramáticos podrán ser incorporados a la música.