Nos pregunta Lucas Velázquez:
Muchas veces me pregunto si no sois injustos criticando las obras de los compositores. No por la crítica en sí, que es una opinión en vuestro caso fundamentada y para mí muy respetable, sino porque se le atribuye una responsabilidad que quizás o muy seguramente sea del director o del productor. ¿Cómo puede delimitarse la responsabilidad solo al compositor? ¿En los asuntos estrictamente musicales?
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Como punto de partida, debo decirte que tienes toda la razón: atribuir al compositor la responsabilidad por una banda sonora mal hecha es en principio cargarle de una culpa que con probabilidad no es suya. No me estoy refiriendo a los supuestos que sea autor de una mala música, que sería entonces su responsabilidad (aunque también la de quien le contrató), sino de que lo que firme con su nombre sea mala música cinematográfica.
Pero ¿cómo saber cuándo los criterios en la aplicación de la música han sido consensuados (y en qué grado) o impuestos? En el supuesto que fuera conocido que las decisiones musicales las tomó el compositor -por dejación de funciones del director o por haber dado carta blanca- no habría duda en responsabilizarle por los fallos. Y alabarle por los aciertos.
En el supuesto que el resultado fuera fruto del consenso o también de la imposición, sería razonable señalar al director como culpable del desastre, y liberar al compositor obligado. Pero por esa regla de tres, los méritos deberían ser asignados al director y no al compositor obligado. ¿No sería también lo razonable?
Se dan todos los supuestos: el compositor contentísimo por una creación que luego se demuestra desastre, o el compositor sabedor de ese desastre que no ha podido evitarlo. Y como quien ha de opinar no puede estar en el proceso de creación de todas las bandas sonoras para delimitar quién decidió qué y como tampoco es esperable que el compositor señale públicamente al director como el hacedor de todos sus males, lo más razonable es asignarle al compositor que firma esa música cinematográfica las culpas y también las virtudes y esperar que el director sea lo suficientemente inteligente como para quedarse con la parte que le corresponda.
El cine es un arte colectivo, no como la pintura o la literatura donde está clara la autoría para hacer una valoración. Yo creo que no habría nada peor que ningunear al compositor e ir directamente a dialogar en la crítica con el director, con el que obviamente también se ha de contar. Pero el compositor no es un menor de edad, y en el momento que firma su obra asume lo positivo pero también lo negativo que se diga sobre ella, incluso aunque no haya podido tener control o se hayan hecho cosas en contra de su criterio.
Yo creo que sería bastante engorroso para el escritor pero especialmente para el lector querer ser ecuánime o incluso salomónico e incluir al director en la crítica, salvo que fuese notorio que su acción fue dañina, como por ejemplo he expuesto en el capítulo de Lecciones de Música de Cine dedicado a The Elephant Man. El máximo responsable de una película es su director (con excepciones), así pues cualquier crítica que se haga a la música, fotografía, interpretación, montaje o lo que sea también le compete, le incumbe y sobre todo le incluye, aunque no se le mente. Por tanto, su referencia está implícita aunque ni siquiera se cite su nombre... es como pretender que en los textos se incluya el a mi parecer, en mi opinión, cuando es completamente innecesario por ser evidente.
A partir de esto, que es obvio, creo que lo más práctico es focalizar los comentarios del uso de la música atribuyendo en primera instancia sus méritos o deméritos a quien firma esa parte de la película, y el compositor si está de acuerdo con las valoraciones positivas o negativas ya sabrá qué parte asumir y qué parte remitir al responsable.