Con algunos retoques en el uso de la música incidental y diegética en combinación con el de la música original y preexistente se generan cambios sustanciales y significativos en el modo de ver y entender una escena, pero sobre todo en el modo de focalizarla y explicarla. Estudiemos esta secuencia de The Silence of the Lambs (91):
1.- Los dos rostros de Hannibal Lecter
Hannibal Lecter está escuchando música (preexistente, uso diegético) de Bach, que en 2:30 la música desaparece -¡no se apaga, desaparece!- y da paso a la música (original, uso incidental) de Howard Shore, que se mantiene hasta que desaparece -sí desaparece- y se recupera la música de Bach.
No hay tránsito de diegética a incidental, puesto que son diferentes músicas sino que la música incidental se impone en la competición sonora a la diegética, anulándola y ocupando su lugar. No es una decisión motivada por razones estéticas sino dramáticas, puesto que con este cambio de músicas se desvela el doble rostro de Hannibal Lecter: el hombre refinado, exquisito, culto y sofisticado que escucha Bach (se cumple espléndidamente la máxima cinematográfica de dime qué música escuchas y te diré como eres) y el monstruo animal, salvaje, violento. Es así evidente que la música preexistente de Bach está fuera del personaje y la de Shore sale de dentro.
Estudiemos ahora esta versión alternativa (pido disculpas por las obvias limitaciones técnicas!):
En esta versión se prescinde de la música original de Shore y se mantiene a Bach en toda la secuencia. Este planteamiento da a su vez dos opciones posibles:
2.- Hannibal Lecter, un solo rostro
La música de Bach pasaría de diegética a incidental y luego a diegética. La motivación sería la de meter a Bach en la mente de Hannibal Lecter: es decir, que ya no sea el monstruo animal con Shore sino el monstruo refinado, exquisito, culto y sofisticado que, con Bach piel adentro, no es virulento sino tranquilo, no está sulfurado sino apacible, y sobre todo es indiferente al sufrimiento que causa, cuando no del todo feliz. En este caso la cámara musical muestra una perspectiva diferente de Hannibal Lecter. Sin embargo, algo en la escena no permite que funcione, y no está ni en la música de Bach ni en su aplicación incidental, sino en la interpretación de Anthony Hopkins, que gestualiza facialmente al monstruo salvaje y animal:
Con esta agresividad hace imposible que exista Bach en la mente de Lecter, pues Bach es y representa todo lo contrario a lo que expresa el actor. Este rostro es efectivamente el rostro de Howard Shore, pero no el de Bach, y pretender que funcione con Bach generaría mucha confusión. Sin embargo, Bach sí funciona maravillosamente bien en el ataque al segundo guarda, así pues lo aconsejable sería eliminar en montaje aquellos planos donde Anthony Hopkins muestre su rostro más agresivo.
3.- Un escenario de poder
Supongamos que la música de Bach no sale de la diégesis y que por tanto tampoco altera su volumen. En los dos casos anteriores (el real con Shore y el ficticio con Bach) la música incidental no era oída o escuchada por los personajes, pero en esta tercera hipótesis se genera una interesante disparidad entre la violencia extrema y la ambientación musical tan apacible, un contraste que de alguna manera hace más hiriente y cruel la muerte de los dos hombres porque esa música sería el decorado dispuesto en el patíbulo donde ejecutar a sus víctimas. El escenario donde Lecter tiene todo el poder.