A propósito del editorial Goldsmith ya está muerto se han producido reacciones tanto en la página de MundoBSO en Facebook, como en el Club MundoBSO, también en FB. En este foro, nuestro amigo y colaborador Ignacio Marqués Cuadra ha comentado esto:
Más allá de si Goldsmith sigue vivo o no en la música actual que se hace para el cine, Ignacio pone encima de la mesa algo que creo que es muy importante: ¿hay en la música para videojuegos mayor espacio para la creatividad y la personalidad, allá donde el cine comercial, el blockbuster, está encorsetado en unos patrones meramente comerciales e industriales? Porque el solo hecho que mencione que Goldsmith sigue vivo en las bandas sonoras de videojuegos es muy significativo.
¿Se hace mejor música en videojuegos que en las películas blockbuster actuales? ¿Hay mayor margen de acción, y mayor libertad creativa? ¿Por qué? Yo no soy experto en música para videojuegos porque no soy jugador, pero creo que es bastante evidente que el nivel actual en el cine blockbuster es muy mediocre, y de ahí el editorial. El propio Ignacio Marqués me explica -y nos anuncia- que 2018 va a ser un año fantástico en músicas para videojuegos. De momento ya tenemos en MundoBSO dos en 2018 que tienen una nota de 8: Kingdom Come: Deliverance y Ni No Kuni II: Revenant Kingdom, y aún ninguna banda sonora de película tiene esa puntuación, auque este dato y a estas alturas del año no es relevante.
No sé cuál puede ser la respuesta que explique por qué en filmes de altos presupuesto las músicas sean muchas veces (demasiadas veces) tan insignificantes, y que el nivel en las músicas de videojuegos (también de altísimos presupuestos) esté tan alto. Es posible que una de las respuestas sea que quienes financian -los que mandan- los videojuegos sean conscientes que la música forma parte de la experiencia sensorial en el juego, mientras que los ejecutivos de la industria cinematográfica no lo tengan en cuenta. Y de ahí que cada videojuego tenga que ser único, excepcional, diferente, y esta virtud no resulte determinante en el cine comercial. Algo, por supuesto, que es rechazable.
Otra explicación sería el concepto industrial del cine (una película tras otra) frente al más artesanal en el videojuego, o que la música esté de buen principio en el proceso de creación del juego y en el cine se piense en ella con todo hecho y solo para rellenar.
Pero lo que parece poco discutible es que la música en los videojuegos está ganando los afectos que pierde la música de cine. De este tipo de cine, hay que matizar.