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En una entrevista recientemente concedida por John Debney a La opinión de Málaga, aprovechando su presencia en MOSMA 2019, el compositor declara que:
La música es un aspecto muy importante en la experiencia cinematográfica. A mí la mayoría de los directores con los que he trabajado me ha dicho que para ellos el 50 por ciento de la experiencia en un filme es la música.
Que la música en el cine es un aspecto de la experiencia cinematográfica es cierto, en tanto asume el rol de manipular y condicionar el cómo se ve el filme, transmitir emociones y también informaciones. Pero desde luego es mucho más que eso: como desarrollé en el editorial Lo más determinante, nada hay más importante que la cámara, obviamente, pero lo más poderoso es la música.
Pero Debney comenta otra cosa que además hemos escuchado muchísimas veces en muchísima gente: que la música es el 50% de la película. La afirmación es voluntariosa, sin duda, y pretende ensalzar el rol de la música en el cine, pero este porcentaje acaba por ser dañino si es asumido como tópico cierto en amplios sectores del público y de los aficionados. No, la música no es per se el 50% de la película.
Cuando se afirme que lo es deberían ser citados los supuestos concretos, porque los hay: en Vertigo (58) en C'era una volta il West (68) en Jaws (75) o en Dunkirk (17) -y en muchísimos más filmes- podríamos defender que la relevancia de la música es tan grande como lo que se aporta en el resto de esas películas. También encontraríamos casos en que la música asumiría algo así como el 60 o 75% del peso específico del filme, como en The Magnificent Seven (60) The Omen (76) o por supuesto en numerosos musicales. Y de la misma manera existen filmes donde ese porcentaje de importancia bajaría al 25% o menos: Who's Afraid of Virginia Wolf (66) Chinatown (74) o, incluso bajando mucho más The Hateful Eight (15) o, todavía más, Cloverfield (08), que sería algo así como el 5% con respecto al conjunto de la película.
El cálculo, lo asumimos, es más emotivo o poético que aritmético, pero incluso más que falso es en realidad injusto no ya porque implicaría que las bandas sonoras que no llegan a ese porcentaje son insuficientes, y por tanto menores, sino porque despista y mucho en lo que es la valoración (y explicación) de la música de cine. No, la música no es per se el 50% de la película, y si se quiere ensalzar su importancia basta con explicar lo mucho que aporta emotiva, dramática y narrativamente, sea en pequeña o gran escala, para que la gente entienda que no se trata tanto de presencia ni de potencia sino de eficiencia.
Estos días, en MOSMA, el compositor Sergio de la Puente también ha querido aportar una valoración:
En una película con actores reales la música ocupa un máximo del 60% pero en la animación sube hasta un 80 o 90%
Es falso y empíricamente demostrable que hay incontables películas de acción real con un porcentaje muy superior al 60% (la saga Star Wars, o The Lord of the Rings, o la citada Dunkirk) y no son pocos los filmes de animación que no necesitan tanta música. Es evidente que De la Puente no lo ha estudiado calculadora en mano sino que ha querido resaltar la mayor dificultad que, al menos para él, tiene componer para películas de animación. El problema de este tipo de declaraciones, y sucede también con la de John Debney, es que cuando son dichas por profesionales que evidentemente conocen la profesión (aunque no sepan explicarla bien) aparenta para muchos que se han explicado perfectamente bien y contribuyen a consolidar tópicos y clichés que dañan el conocimiento de lo que es la música de cine.