Crónica de Ignacio Marqués Cuadra y Mario Pons Sansegundo
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De nuevo en el Salón Rossini del Teatro Cervantes, tuvieron lugar los encuentros con Daniel Pemberton y Olivier Arson, ambos eventos con unas 25 personas de media. La reunión con uno de los compositores en auge con más futuro en Hollywood fue un encuentro bastante entretenido aunque como ya se ha comentado en editoriales y crónicas anteriores, estos encuentros podrían ser mucho más interesantes si trataran sobre cine, música y no hubiera tanta traducción de por medio. El hecho de que las charlas sean de una hora y la mitad sea exactamente lo mismo traducido al castellano hace que todo sea, al fin y al cabo, menos provechoso. Cabe destacar que no hay que dejar de alabar el magnífico trabajo de traducción de Isabel Vázquez, que retiene casi literalmente cada palabra de las conversaciones con los compositores y las explica al público. Si se me permite una leve opinión personal, las conversaciones deberían traducirse de manera simultánea o no debería haber directamente traducción alguna (algo que Conrado Xalabarder ya apuntó en editorial). Respecto al formato, si bien es cierto que algunas anécdotas personales son interesantes y es obligatorio que al menos se dedique unos minutos a la trayectoria del compositor, lo mejor sería que se hablara de cine, música y maneras de trabajar o aplicaciones musicales en algunos de los proyectos de los músicos.
Daniel Pemberton comenzó el encuentro hablando sobre el inicio de su carrera y como se volvió un apasionado de la música electrónica gracias a Vangelis, a sus 16 o 17 años. Después de grabar varios CD's con su propia música (y todo ello sin tener formación musical alguna) algunos productores empezaron a contactar con él para que pusiera música a sus proyectos. Su larga trayectoria para componer documentales le ayudó a formarse algo más como compositor hasta llegar al punto en el que se encuentra ahora, indicando que lo más complicado no es hacer la música sino saber cómo moverse dentro de la industria y con quién relacionarse. Se le preguntó sobre sus colaboraciones con Guy Ritchie y cómo era su relación personal y profesional con él a lo que prefirió no responder, dejando entrever que su relación era realmente tóxica y que probablemente no trabajaría con él en un futuro cercano. Ocurre al contrario con directores de la talla de Phil Lord, Ridley Scott y Aaron Sorkin, con quienes mantiene una buena relación además de alabarlos de manera constante.
Se le preguntaron por sus influencias y referencias para bandas sonoras como The Awakening (11) The Man from U.N.C.L.E. (15) All the Money in the World (17) Yesterday (19) The Dark Crystal: Age of Resistance, la nueva serie a estrenar de Netflix, y la última ganadora al Oscar de animación Spider-Man: Into the Spider-Verse (18) Por último, destacó el hecho de poner los puntos sobre las íes ante los directores y defender exhaustivamente y con mucha profesionalidad, paciencia y respeto los motivos por los cuales cree que la música que él quiere componer para narrar películas es mejor que la que le imponen los directores.
El encuentro con Olivier Arson fue extremadamente corto, no llegando siquiera a la media hora y sin preguntas por parte del público. Se habló sobre todo de experiencias personales como su inicio con la música, sin tener tampoco formación musical alguna, su banda sonora favorita es Psycho (60) y sus influencias Massive Attack o Daft Punk. Habló someramente de otros de sus proyectos como algún videoclip en el que participó o algunas performances narrativas a las que puso música al igual que su inicio creando un CD a base de temas musicales propios. En cuanto a la última ganadora al Goya, El Reino (18), insistió en indicar que el objetivo de la música era ahogar al espectador y no dejarle tiempo para respirar, contribuyendo así al agobio que sufre el personaje principal y con la premisa de no dejar pensar al espectador, algo que considera que consiguió con creces a pesar de saber que se le ha criticado mucho por su trabajo.
El primer concierto de la tarde se celebró en una gran sala del cine Albéniz y alcanzó el centenar de espectadores. Consistió en la proyección de la película Sin Fin (18) con la banda sonora interpretada en directo por su compositor Sergio de la Puente, al piano y sintetizadores, Joan Martorell también con los sintetizadores, Ana Franco con la guitarra y aportando su voz y, por último, Eloy Arostigui con el bajo y guitarras. El director de la película, José Esteban Alenda, dijo unas palabras sobre la película y, anteriormente, el compositor había explicado que lo que se iba a interpretar no era una versión idéntica a la que suena en la película, sino una suerte de versión suya en la que se utiliza más música al principio (explicaba De la Puente que en la versión original no hay música hasta pasados muchos más minutos de metraje) Al ser una sala con las butacas dispuestas en plano, sin inclinación, y la pantalla muy en alto los intérpretes no estaban en el campo de visión de la mayoría de asistentes que se habían situado en la esquina derecha bajo la pantalla, de manera que toda la función se desarrolló como si de una proyección normal se tratase, salvo en los créditos finales donde por fin pudo desviarse toda la atención hacia los músicos, brillando especialmente De la Puente con un muy bello fragmento de piano. En general, el público salió satisfecho de este evento que como experimento ha funcionado y abre una nueva puerta en el festival que si se utilizara de un modo más ambicioso en futuras ediciones podría dar unos resultados espectaculares. Es un buen comienzo.
El siguiente concierto, uno de los que al mismo tiempo más expectación y dudas generaba, fue el de los jóvenes maestros, con un programa bastante arriesgado y muy enfocado también en dar voz a un extenso grupo de compositores españoles con un grandísimo talento y que se encuentran actualmente en pleno crecimiento. Ciertamente, el concierto fue muy irregular, con una primera parte bastante notable pero una segunda muy mejorable. Se celebró en el Teatro Echegaray y se logró completar todo su aforo, siendo un éxito en términos de asistencia. En primer lugar, Arturo Cardelús se puso al frente de la Orquesta de la Catedral de Córdoba y dirigió varias piezas de la que seguramente es una de las mejores bandas sonoras de este año: Buñuel en el Laberinto de las Tortugas (19). Posteriormente, el director de la Orquesta de la Catedral de Córdoba, Clemente Mata, que dirigiría la mayoría de piezas restantes del concierto, sorprendió con la maravillosa música compuesta por Isabel Royán para el videojuego Asakami: A Soul’s Journey, que se lanzará en pocos meses. Destacó en gran medida la inclusión de un instrumento muy exótico llamado handpan, interpretado por Elisabeth Iglesias. Después subió al escenario Iván Palomares, que ágilmente dirigió una suite con temas de algunas de sus obras más destacadas para televisión pero que brilló especialmente con la maravillosa En las estrellas (18), finalista a los Goya de este año y ganadora de nuestros Premios MundoBSO. Seguidamente, se tocó una preciosa suite de Bajo la piel de lobo (18) de Paloma Peñarrubia con un muy destacado empleo del violonchelo. Antes y después del intermedio sonaron respectivamente otras piezas de Cobra Kai (18) y de Extraordinary Tales (13) de Sergio de la Puente, que bromeaba con que iba saltando de evento en evento.
A partir de aquí el concierto empezaría a decaer bastante presumiblemente debido a la insuficiente preparación de este último bloque y con varios errores de la orquesta y el director. Primero se interpretó una suite de Xenoblade Chronicles 2 de Yasunori Mitsuda con algunos problemas en el piano y personalmente eché de menos que se hubiese tocado algún tema sinfónico de la espectacular Valkyria: Azure Revolution (17). Por último, el tramo final de concierto estuvo dedicado a muchas obras de Daniel Pemberton que, al igual que Mitsuda y los anteriores compositores, se encontraba entre el público grabándolo todo. Primero tocaron de Steve Jobs (15) un irrelevante fragmento en el que los músicos simplemente afinan sus instrumentos. Después en primicia algunos temas de Black Mirror USS Callister (17), otro par de All the Money in the World con algún error del director que supo rectificar y, para finalizar, varios temas de Spider-Man: Into the Spider-Verse con resultados orquestales no del todo conseguidos, y un tanto repetitivos. Por fortuna, presentaron para el bis una notable pieza sinfónica de la próxima serie para Netflix de Dark Crystal, sobre la que Pemberton explicó que la acababa de componer hacía escasas semanas. Todos los compositores subieron finalmente al escenario para hacerse fotos y dar por finalizado un concierto con sus cosas buenas y no tan buenas.