El compositor italiano Kristian Sensini -amigo de MundoBSO- ha asistido al estreno en Italia del documental Ennio, The Maestro, de Giuseppe Tornatore y nos comenta sus impresiones.
-------------------
por Kristian Sensini
Tuve la suerte de conocer a Ennio Morricone y de estudiar, aunque brevemente, con el Maestro. Su figura como compositor y su música han sido siempre un faro luminoso para mi carrera. Escribir una crítica objetiva de este documental me resulta imposible, hablará por ello mi corazón.
Empezaré por señalar que este documental no se trata de un homenaje a un compositor fallecido, sino un trabajo que parte de más lejos, con algunas entrevistas que se hicieron hace más de tres años, cuando Morricone aún estaba en esta dimensión. Se trata, pues, de un documental de Morricone más que sobre Morricone, un proyecto en el que los dos amigos, Tornatore y Morricone, colaboran para contar la historia del compositor y también del hombre. Hace unos años se publicó en Italia un hermoso libro con una larga entrevista de Tornatore a Ennio Ennio un Maestro. Para entender el nivel de intimidad entre ambos, basta con pensar que Ennio declaró hace unos años que no escribiría más bandas sonoras si no fuera por su amigo Peppuccio. Y Peppuccio fue el único miembro no familiar admitido en la ceremonia fúnebre del Maestro, que fue muy privada.
Ennio siempre fue una figura reservada, incluso en su trabajo, muy orgulloso de él, pero tímido a la hora de contar su historia. Sin embargo, en los últimos diez años de su vida, gracias a su deseo de redención y a su intención de devolver la dignidad al trabajo del compositor de música para cine (no solo su obra personal, sino la de todos los compositores), Il Maestro decidió contar su historia de todas las formas posibles, libros escritos a cuatro manos (como el precioso Ennio Morricone. En busca de aquel sonido: Mi música, mi vida, de Alessandro di Rosa, a quien vemos entre los entrevistados en el documental), conferencias, masterclasses, agotadoras giras mundiales y este documental.
Sí, porque el documental es una historia contada a través de los ojos de un amigo y director, pero también es la historia autobiográfica del compositor, que decide desnudar literalmente su alma, mostrar sus fragilidades para contar las dificultades (incluso las más íntimas) de alguien que se encuentra librando una guerra desigual con una hoja en blanco, armado únicamente con su corazón, un lápiz y su genio. El documental cuenta no solo los éxitos sino también, y sobre todo diría yo, los enfrentamientos con los directores, las mortificaciones, las segundas intenciones, las dudas que todo compositor experimenta. Basta pensar en el Oscar negado a The Mission o a The Untouchables, o en el drama de ver su trabajo para el cine menospreciado por sus compañeros, por los compositores de música seria, incluso por su maestro Petrassi, al que siempre ha venerado como una deidad tutelar.
Si hubiera sido un documental americano dedicado a un compositor americano, habríamos asistido a la glorificación del héroe, a la celebración de sus éxitos. El punto de vista aquí es decididamente italiano, diría que casi neorrealista, y sin un pietismo fácil asistimos al relato de las miles de dificultades que el compositor afronta cada día de su vida, a las angustias, las dudas y los segundos pensamientos. Pero sobre todo, a la determinación de defender su obra, su dignidad y el respeto a la música.
El documental procede cronológicamente, partiendo de la infancia del Maestro, de sus estudios de trompeta en el conservatorio (el mismo instrumento que tocaba su padre) hasta sus primeras películas, sus primeros éxitos gracias también a la colaboración con su recién descubierto amigo Sergio Leone, la contínua experimentación inspirada en las vanguardias, la búsqueda de la novedad, el sonido y la técnica inédita, hasta su consagración mundial como uno de los más grandes compositores del Siglo XX. Todo ello se consigue gracias a un hábil montaje de entrevistas con el propio Maestro, algunas de ellas procedentes de los archivos, la mayoría realizadas especialmente para la película, con las personas que trabajaron con él (músicos, directores, ensayistas) y, sobre todo, con muchos músicos y compositores (Williams, Danna, Zimmer, Metheny, Quincy Jones, Springsteen, por citar solo algunos) que rinden al Maestro infinitos elogios, contribuyendo a transmitir su lección de amor y de rigor hacia la Música y el Cine. Transpira una visión de la composición como una batalla no sangrienta (que él mismo compara con su querido ajedrez) en la que el compositor lucha contra sí mismo en la continua voluntad de innovar y mejorar.
La película es una maravillosa carta de amor no solo al compositor y al hombre, sino también al oficio universal de componer.