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¿CUÁNTOS TEMAS CENTRALES CABEN EN UNA PELÍCULA?

29/06/2021 | Por: Conrado Xalabarder | 1 comentario
DEBATE

Tras la monumental y espléndida restauración que ha efectuado Ignacio Marqués de la banda sonora de Kingdom of Heaven (05), devolviendo las músicas de Harry Gregson-Williams que fueron expulsadas, ha resultado un filme en el que sus nada menos que trece temas centrales se han recolocado en los sitios debidos, cumpliendo ahora sí las funciones asignadas durante el metraje de casi tres horas, que puede verse de modo íntegro aquí. Trece temas centrales para significar y representar conceptos, facciones y personajes. Pero, con tanta cantidad de temas, ¿es posible que la audiencia pueda recordar, comprender y asimilar lo que representan cada vez que aparecen?

Empecemos resumiendo brevemente lo que es un tema central (artículo completo, aquí): dentro del conjunto de temas que conforman una banda sonora, el tema central tiene un significado que debe ser entendido, aunque pueda llegar a cambiar, asume responsabilidades narrativas y existe para representar algo importante en forma de música, como un personaje (o más de uno) un concepto o cualquier elemento que deba ser definido. Su presencia posibilita citar, complementar, ampliar, profundizar, alterar o incluso contradecir aquello que se explicita o se sugiere en el guion literario sobre lo que es expuesto desde el tema central.

En el mismo texto, sostengo que:

La importancia de un tema central obliga a que su número deba ser necesariamente limitado, porque de lo contrario se corre el riesgo de provocar confusión. Una película que tuviera diez temas centrales estaría manejando diez figuras distintas y, teniendo presente sus diferentes variaciones, haría virtualmente imposible su entendimiento.

Para corroborar esto, propuse como ejemplo una versión del Evangelio de San Mateo con trece temas centrales: uno para cada Apóstol y otro para Jesucristo. Podrían ser incluso más: tema para los romanos, para María, para la espiritualidad... pero sea como sea el resultado sería tan confuso que la música acabaría siendo un lastre para la comprensión de la película. Se exigiría demasiada atención y eso no es operativo. ¿De qué nos serviría insertar aquí o allá el tema de, por ejemplo, el apóstol Felipe si cuando suena la audiencia no le visualiza? Es más fácil si música y actor aparecen a la vez, pero ¿y si no es así, y si la música suena en el nivel espacial de las referencias? Su uso no tendría carga narrativa ni dramática comprensible, por la sobrecarga de temas. Y sin embargo, pese a que este razonamiento tiene solidez y mucha lógica, Ignacio Marqués ha reconstruido un guion musical donde cada tema cumple con exquisitez el cometido inicialmente asignado. ¿Qué puede haber malo en ello?

No es solo esta película: encontramos una aparente sobreabundancia de temas centrales en las sagas de Star Wars o de The Lord of the Rings, o en películas mastodónticas como The Ten Comandments (56) ¿Son por ello bandas sonoras ineficientes, y por inútiles en su máximo propósito -ser comprensibles- son también malas? ¡Desde luego que no! Pero se ha de asumir que si se funciona así para buena parte de la audiencia serán varios los temas centrales que aportando realmente información o cariz dramático no les aportará realmente ni esa información ni ese cariz dramático. No es lo mismo trabajar con un tema central para el tiburón y otro para los humanos que uno para el tiburón y doce para los humanos, por poner un ejemplo simple.

Yo soy funcionalista radical, creo que todo ha de funcionar como el mecanismo de un reloj, pero creo también que me equivoco si sostengo que ha de ser a la primera. ¿Por qué habría de ser así? ¿Acaso no hay cuadros, libros, músicas o por supuesto también filmes que viéndolos, leyéndolos o escuchándolos por segunda, tercera o sexta vez se encuentran muchas más cosas que nos enriquecen, que estaban ahí pero que a la primera no se nos habían manifestado? Pues lo mismo debería suceder con los guiones musicales: salvo que la pretensión fuera otra, volver a ellos una segunda vez y que surgan nuevos matices e ideas es todo un logro si estos matices e ideas son realmente buenos. No estará disponible ni al alcance de todos los públicos pero ¿cuántos no pasan delante de un cuadro sin ver ni la cuarta parte de lo que expone?. Si el guion musical es bueno, no tiene errores y cumple realmente su cometido, no parece que pueda haber problema en hacer uso de tantos temas centrales como necesite. Eso sí, renunciando con ello, insisto, a la complicidad, participación y comprensión de buena parte de la audiencia.

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Usuario: (ignus) Ignacio Marqués Cuadra
Fecha de publicación: 29.06.2021
Efectivamente, yo creo que la cantidad de temas no tiene por qué ser un problema per se si todos ellos son útiles y aportan algo de una manera solvente y clara en la película. En el ejemplo que comentas de un tema para cada apóstol en efecto resultaría excesivo e innecesario. Del mismo modo que lo habría sido si Shore hubiese decidido dar un tema central a cada uno de los nueve integrantes de la compañía del Anillo (salvo Aragorn, que lo tiene por necesidad). Mucho más efectivo sin duda utilizar un tema de grupo para las explicaciones importantes del grupo en general y luego utilizar música ad hoc para las cosas concretas de cada uno, eso desde luego. Precisamente, defendía el otro día la trilogía de los anillos como ejemplo perfecto de un guion musical brillante, magistral, construido sobre más de una treintena de temas centrales (algún día contaré cuántos son exactamente :D).

Lo que he descubierto en Kingdom of Heaven y que me hace pensar que no hay saturación de temas y todo está bien expuesto es que Gregson-Williams sabe tomarse su tiempo a la hora de presentar cada uno de los temas, y esas presentaciones las hace de una manera muy contundente y ordenada. El último de los trece temas que se presenta en la película es el de Saladino, que aparece justamente en el tiempo 01:33:42 de nuestro montaje. Es decir, se toma más de una hora y media de película para presentar los trece temas porque la extensión de la película se lo permite. La mitad de ella la dedica a presentar y exponer –aunque por supuesto también va desarrollando paralelamente mucho de lo que ya ha sido anteriormente presentado–. Además, no da lugar a confusión en esas presentaciones: el tema de Balian se presenta con Balian, el de Godofredo con Godofredo, el de Saladino con Saladino, el de los cruzados con los cruzados… Y, además, lo hace insistentemente para que quede bien claro: en la escena en que se presenta el tema de Godofredo cuando este revela a Balian que es su padre su tema se utiliza casi seguidamente hasta en seis ocasiones; en la escena que se presenta el tema de la fe se utiliza dos veces seguidas; con Balian otras dos; con los templarios unas cuatro o cinco… Es decir, hace una presentación muy, muy clara de todos estos temas para facilitar la comprensión del espectador y solo utiliza en esas escenas de presentación ese único tema. Si todo esto se hace así de bien y todos los temas funcionan, explican y encuentran su lugar en la película (como creo que sucede en esta Kingdom of Heaven) no veo por qué debería jugar a la contra la abundancia (que no exceso) de temas centrales.
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