El pasado 23 de diciembre de 2019, en el prestigioso diario norteamericano The Washington Post, se publicó un artículo firmado por Jeffery C. J. Chen en el que denunciaba prejuicios raciales en la música de John Williams para la saga Star Wars:. Reproducimos resumidamente las partes más destacadas del texto:
Star Wars está hecha con estereotipos orientalizantes: temas recurrentes que representan un Oriente inferior al Occidente racional y heroico (...) Temas recurrentes que están en la icónica partitura musical de John Williams. La música de Williams asocia a los chicos buenos con el gran estilo orquestal de los románticos europeos (piense en las melodías bellamente tarareables para Luke, Leia y Rey), mientras que los temas para los chicos malos se expresan en el vocabulario de la música china, india y del Medio Oriente (...) Esta música refuerza, incluso a un nivel inconsciente, la primacía de la cultura occidental que reproduce prejuicios en la cultura popular que, dado el poder de los medios de comunicación, tiene consecuencias políticas.
Star Wars se basa en el uso de música oriental para representar el mal o para transmitir a los espectadores que están entrando en un mundo extraño. Es una práctica establecida de Hollywood que se remonta a clásicos como King Kong (33) Casablanca (42) o Lawrence of Arabia (62) La práctica de contratar compositores blancos para imitar la música no occidental cuando llega el momento de presentar a los malos continúa hasta nuestros días: una breve escucha de temas recientes como Barbarian Horde de Gladiator (01) The Bridge of Khazad-dûm de The Lord of the Rings: the Fellowship of the Ring (01) o You Don't Dream in Cryo de Avatar (09) muestra la aceptación continua del sonido oriental. Quizás es por eso que no debería sorprendernos que las partituras de Williams que suenan al este no solo estén presentes en la trilogía original de Star Wars, sino también en The Rise of Skywalker (19)
Esta práctica no puede considerarse inofensiva o insignificante (...) En su descripción del mal, al menos en el caso de Darth Maul, el antagonista Sith del Episodio I, la música habla en sánscrito (...) Su orquestación y melodía son emblemáticas de cómo Williams usa el sonido oriental para representar la villanía en todas las películas de Star Wars. Duel of the Fates presenta un texto extraído del poema galés Cad Goddeu. Sin embargo, el coro no canta en celta antiguo, sino en sánscrito, un idioma sagrado para las religiones y filosofía india: escogida, según Williams, porque le encantaba cómo sonaba. El uso del sánscrito le da a la pieza una sensación apropiadamente alienígena y evoca una amenaza atmosférica. Vemos esto en otros elementos notables de las películas de Star Wars: el canto de garganta tibetano acompaña al Emperador Palpatine, una elección de orquestación que Williams repite con el líder supremo Snoke.
Aprendemos del mundo a través de representaciones en los medios: este es el tremendo poder de Hollywood. La asociación continua del extraño con música no occidental es, por implicación, un argumento de que la música occidental debería ser la norma contra la cual se enfrentan todas las demás tradiciones. Esto refuerza la identidad estadounidense como un sonido claramente europeo occidenta (...) También deberíamos pensar en quién puede musicar películas y cómo esas elecciones contribuyen a la longevidad de este modo de música en el cine contemporáneo. Hollywood está comenzando lentamente a abordar problemas de representación de minorías en áreas como la actuación y la dirección. Sin embargo la música se ha quedado atrás: Black Panther (18) y Crazy Rich Asians (18) pueden haber ido hacia delante en términos de representación visual, pero sus bandas sonoras originales no muestran ninguna mejora del sonido orientalizante del pasado.
Ciertamente la solución no es culpar a estos compositores, sino ser más conscientes de la forma en que la música, especialmente la música escrita para medios populares, puede dar forma a nuestra comprensión del mundo. Hay muchos compositores jóvenes de ascendencia no occidental cuyo trabajo merece ser escuchado y hay muchos artistas como Tan Dun, Joe Hisaishi o A.R. Rahman, que podrían ser contratados para las películas de Hollywood (...) La música de Williams para Star Wars es una estética, si no un triunfo político. Pero arraigado en el paisaje sonoro de las películas hay una visión del mundo que enmarca a la villanía como oriental y a los héroes como occidentales. Esto refleja prejuicios duraderos en la sociedad estadounidense, que debemos tratar de eliminar promoviendo compositores, narradores de historias y artistas que rompan el molde de Hollywood. Se podría decir que es nuestra única esperanza (Jeffery C. J. Chen)
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Hemos traído este artículo al Ágora por su interés y por lo atrevido de su planteamiento, así como por el diario donde se publica, de mundial relevancia. El texto puede tener puntos acertados pero otros deben ser contestados. Por ejemplo, hay que considerar que la saga de Star Wars nace como un homenaje de Lucas a la edad de oro del cine de Hollywood, a las películas de los años treinta y cuarenta, y por supuesto a los clásicos de la aventura y la Ciencia-Ficción. El autor del artículo no considera que, en realidad, los villanos de la saga (Palpatine, Darth Vader -que no tiene, por cierto, música oriental-, o Darth Maul) son personajes que resultan empáticos a los espectadores: forman parte del todo, participan jugando muy bien sus roles en las historias y, con todo lo que puedan tener de perversos, no resultan desagradables para los fans de las películas: ¡basta con ver la cantidad de gente que se disfraza de ellos en eventos fandom! Y esto no es un dato trivial sino importante para remarcar que son parte de una gran familia bien acogida y querida.
Es evidente que facilita mucho las cosas que los buenos y los malos sean separados musicalmente y tratados de modo distinto. Pero hay que considerar que la musica occidental es conocida (en Occidente) y la oriental, siendo extraña (¡para los no orientales, es claro!), subraya precisamente la impresión de lejanía, desconocimiento, de misterio, que sumándolo a la exquisitez musical (puesto que la música es maravillosa) lejos de hacer de esos personajes repulsivos los hace mucho más respetables y atractivos. En el caso de la música del emperador Cómodo en Gladiator (00), que el autor menciona, creo que funciona estupendamente bien porque no es la música que se espera tenga para si, lo que lo hace más inquietante y sibilino, pero no veo daño a oriente en ello sino una manera de dotarlo de un aura único, singular, misterioso.
Pero es claro que en Star Wars todo forma parte del juego, de un cliché, que en ningún caso se ha empleado para ridiculizar, despreciar, ofender o remarcar ningún supremacismo. Star Wars deberá responder a por qué hay tan pocos personajes negros o por qué los asiáticos no aparecen hasta los dos últimos episodios; o por qué la homosexualidad es inexistente salvo en un fugaz plano al final de la última película. Deberá responder de muchas cosas pero no creo, honestamente, que la música de Williams responda a critrerios de discriminación ni de estigmatización porque, además, es harto discutible que las músicas mencionadas sean orientales. Finalmente, será estupendo que los compositores asiáticos tengan más y mejores oportunidades, pero defender que son ellos los que tienen que ser llamados para escribir música oriental viene a ser como cuestionar que un actor heterosexual pueda interpretar maravillosamente bien un personaje homosexual. Y eso sí es estigmatizar.
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Nuestro amigo y ocasional colaborador Dion Baillargeon Binimelis quiere añadir unas consideraciones:
El lenguaje musical de Duel of the Fates es 100% europeo. Resulta absolutamente ajeno a la música tradicional india, por más que Williams escogiera unas palabras aisladas en sánscrito. La audiencia ni se entera, porque además ese criterio se adecúa a la técnica vocal y el fraseo típico de nuestra música vocal-coral. No a la India, que emplea ritmos y sistemas de entonación completamente diferentes. De hecho, después de la grabación, Williams tenía dudas de si emplear el coro porque pensaba que le daba a la música una estética demasiado de iglesia para Star Wars. De iglesia. De música sacra OCCIDENTAL.
El autor parece asumir que cualquier cosa que use coro es oriental. El tema de Palpatine no tiene nada de oriental tampoco, por más que incluya coro. El empleo de voces masculinas está asociado tanto al cantus firmus medieval occidental como a los himnos orientales. Palpatine es un brujo-monje. Yo no asocio su música con oriente, sino con monje medieval y antiguo. Este artículo no es más que un empacho de las teorías sobre el orientalismo de Edward Said. El orientalismo es la apropiación y cosificación de lo que a nosotros nos parece oriental como si fuera un objeto a nuestra disposición. Emplear elementos estéticos orientales para crear extrañeza es orientalismo porque perpetúa una actitud colonialista que nos lleva a servirnos de oriente como una cosa a nuestra disposición. Pero, al margen con que yo esté o no de acuerdo con esa teoría, no veo para nada esa oposición, ese empleo, en la música de Star Wars. Aunque aceptáramos las tesis de Said, decir que Williams peca de orientalismo se basa en un análisis superficial o directamente erróneo de su música.