Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar tu experiencia y nuestros servicios, analizando la navegación en nuestro sitio web.
Si continuas navegando consideraramos que aceptas su uso. Puedes obtener más información en nuestra Política de Cookies.

Cerrar

THE LARGEST SITE OF FILM MUSIC REVIEWS IN THE WORLD! 23 YEARS ON INTERNET
37.091
BANDAS SONORAS
8.016
COMPOSITORES
7.514 OPINIONES DE USUARIOS
SÍGUENOS
USUARIO
 

ÁGORA

PARTICIPA DEL ÁGORA
ARCHIVO

LA RUPTURA

21/02/2023 | Por: Conrado Xalabarder
HISTORIA

La mítica colaboración entre Alfred Hitchcock y Bernard Herrmann arrancó en The Trouble with Harry (56) gracias a la recomendación de Lyn Murray, compositor de la anterior película del director, To Catch a Thief (55). Hitchcock quedó encantado con la partitura de Herrmann porque recogió muy bien su irónico y macabro sentido del humor, y no tardó en crearse un vínculo estrecho: ambos tenían en común su fuerte carácter, sus arrebatos de ansiedad y depresión, y eran muy propensos a estallidos de ira. Hitchcock era más frío y distante y Herrmann intensamente emocional. Juntos se sentían más seguros, se respetaban y se admiraban. Hitchcock era muy autoritario, apenas daba libertad creativa a sus colaboradoresni tampoco a los actores. Pero a Herrmann sí, porque lo veía como su alter ego, como una extensión de sí mismo, una segunda voz capaz de mostrar lo que queria expresar como director. Así pues empezó a cederle a toma de decisiones, lo que se hizo especialmente constatable, tras otras películas, en Vertigo (58), culminación creativa hasta ese momento de la colaboración entre ambos en lo que se refiere a relevancia dramática y narrativa de la música. La propuesta era tentadora y muy cercana para los dos: un protagonista sumido en la depresión. A través del personaje de Scottie, Hitchcock y Herrmann dieron alas a su sentido más elevado del romanticismo para luego, quizás como autocastigo, llevar al personaje a la enfermedad y completa destrucción, tal y como mostramos en este vídeo:

Pese a ser una película excepcional en todos los sentidos, fue un gran fracaso comercial. Ciertamente era demasiado avanzada para su época y lo macabro del relato alejó a la audiencia. Quizás por ello la siguiente película, North By Northwest (59), fuera un divertimento ligero y entretenido que sí tuvo un enorme éxito comercial. Pero para el director y el compositor era un simpático filme liviano que no tenía nada que ver con Vertigo, en ningún sentido: como comenté en este artículo, me parece bastante claro que la música de este filme, a diferencia de Vertigo y Psycho, no es orgánica, no surge desde la lógica que hay dentro de la película sino que se incorpora para entretener a la audiencia y hacerla partícipe de un gran espectáculo

Efectivamente, North By Northwest fue un entretenimiento -prodigiosamente bien hecho- colocado entre dos películas de mucho mayor calado dramático. Porque Psycho (60) supuso para ambos poder volver a experimentar con el tormento y el sufrimiento humano, el físico, el psicológico y el emocional. Y del mismo modo que habían sido inmisericordes con la devastación y locura de Scottie, lo fueron nuevamente con la desdichada Marion Crane, sobre la que volcaron la parte de desolación, y también sobre Norman Bates, enajenado por una madre posesiva. Como en Vertigo, la música de Herrmann también llevaba a su víctima hacia su destrucción:

El éxito de Psycho fue descomunal, teniendo en cuenta además que ni Hitchcock había confiado mucho en ella: la rodó con presupuesto mínimo, y a punto estuvo de convertirla en un capítulo televisivo de no haber mediado Herrmann y su música. Conocida es la anécdota del compositor sugiriéndole irse de vacaciones para dejarle a él la película, desobedeciendo sus indicaciones de no poner música a la escena de la ducha (puedes ver este vídeo con la escena de la ducha con y sin música). Es posible que en este momento Hitchcock comenzara a sentir ciertos celos: era consciente de que el compositor había contribuido de manera decisiva a la salvación de la película y quizás por ello decidiera relegarle en The Birds (63) y hacerla sin música, solo con efectos sonoros. El reto se saldó con una recepción bien poco grata de la película, lo que mermó la autoconfianza del director y quizás aumentara aún más sus celos.

En Marnie (64) se quebró la unión: el director se hacía mayor y pese a lo reciente que era Psycho se le empezaba a considerar algo anticuado. La Universal, de la que Hitchcock era directivo, le pidió que Marnie incluyera una canción de éxito. Hitchcock se lo trasladó a Herrmann y este se negó en redondo. Herrmann no era demasiado bien visto por el estudio, también le consideraban anticuado en una época donde el pop y la música ligera estaban arrollando (Bacharach, Mancini...), pero pese a todo Hitchcock le quiso en su película y Herrmann pudo convencerle de no poner esa maldita canción. 

Pero la película fue un sonoro fracaso de taquilla, con consecuencias imaginables, especialmente para Herrmann pero también para la relación entre ambos. Hitchcock estaba amargado, probablemente también angustiado y asustado, y lamentó no haber hecho caso a los ejecutivos de Universal. Pero pese a todo no quiso o no se atrevió a enfrentarse abiertamente a Herrmann. El compositor, por su parte, se había trasladado a vivir en Inglaterra y pasaba por una depresión por la reciente separación con su mujer, Lucy, y también le dolía ver a Hitchcock -otrora tan poderoso- tan frágil e inseguro frente al estudio.

Ambos solo se comunicaban por intermediarios y telegramas, lo que evidenciaba el delicado momento en que se encontraba su amistad. Hitchcock estaba preparando Torn Curtain (66) y le instruyó fríamente que el tipo de música que habían utilizado en sus anteriores películas ya estaba pasada de moda. Le pidió una canción de éxito. Herrmann intentó razonar con él y le recordó por escrito que no era el tipo de cineasta que hacía películas para adolescentes. Pero Hitchcock, acosado y presionado por todas partes, no entendió la resistencia de Herrmann a darse cuenta de la necesidad de un cambio a los tiempos modernos.

Hitchcock le había instruido que se no pusiera música a la secuencia de diez minutos en una granja en la que el protagonista lucha a vida o muerte con un agente ruso. Pero, como en la ducha de Psycho, Herrmann pensó que podía salvar una película que consideraba muy fallida poniendo música. Así son ambas versiones, según lo expuesto en el documental nominado al Oscar Music for the Movies: Bernard Herrmann (92):

El día de la grabación, y tras interpretar el tema principal, los músicos rompieron a aplaudir mostrando su entusiasmo, pero Hitchcock apareció sin previo aviso y le dijo a Herrmann que la música era exactamente lo que él no quería. Herrmann le suplicó que le permitiera terminar la grabación y luego tomara una decisión, pues después de todo tanto la sala como los músicos ya estaban pagados. Pero Hitchcock despidió a la orquesta y canceló las sesiones restantes, y luego se fue. Ya en su casa, telefoneó a Herrmann y la bronca fue monumental, como recuerda Alan Robinson, un trompetista de sesión, que lo explica en el mismo documental:

Nunca más volvieron a ser amigos, pero se vieron en una ocasión más (*). En lo sucesivo, Hitchcock evitaría cualquier música que le recordara a Herrmann... pero sin embargo Herrmann se sintió muy atraido por las películas que le recordaran a Hitchcock. Ninguno volvió a ser el mismo. Pero eso es ya otra historia.

Esta es una peculiar dramatización de la explosiva relación de Bernard Herrmann y Alfred Hitchcock de la mano de Andrew McCaldon con la BBC Concert Orchestra y protagonizada por Tim McInnerny y Toby Jones. Fue emitido por BBC Radio 4 el 30 de diciembre de 202.

(*) Según relata Norma Herrmann, su esposa, sí hubo un fugaz pero frío encuentro entre ambos:

"I met Hitchcock very briefly. Everybody says they never spoke again. I met him, it was cool, it was not a warm meeting. It was in Universal Studios, this must be 69, 70, 71ish. And we were in Universal for some other reason and Herrmann said: “See that tiny little office over there, that’s Hitch’. And that stupid little parking place. Hitch used to have an empire with big offices and a big staff. Then they made it down to half that size, then they made it to half that size… We are going over to say hello.” Actually [Herrmann] got a record; he was always intending to give him a record he just made. But it wasn’t a film thing. It was either Moby Dick or something of his concert pieces to take it and give to Hitch. Peggy, Hitchcock’s secretary was there. Hitch came out, Benny said: “I thought you’d like a copy of this.” “How are you?” etc. and he introduced me. And Hitchcock was cool, but they did meet. They met, I was there. And when Herrmann came out again he said: “What a great reduction in Hitch’s status.”

Benny never stopped being rather bitter about that row with Hitchcock. Although I told you he was able to shut things behind him, people who offended him. This he didn’t shut. He was always very hurt by that and delighted when everybody said that [latest Hitchcock] film was a flop" (fuente, aquí)

Compartir en
 
Anterior
Siguiente
comentarios de los USUARIOS Deja un comentario
Deja un comentario
Atención Una vez publicado, el comentario no se podrá modificar. Publicar
No hay ningún comentario