Décima entrega de esta serie personal en la que explicamos sin orden de preferencia cuáles son, a juicio de Conrado Xalabarder, las mejores bandas sonoras de la Historia.
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10.- SIGNS (M.Night Shyamalan, 2002). Música: James Newton Howard.
El binomio del director M. Night Shyamalan y el compositor James Newton Howard hace ya tiempo que es pasado y que es Historia: no trabajan juntos desde hace exactamente diez años y cinco películas en las que el director ha contado, con mayor o menor fortuna, con otros compositores. El último título en común fue After Earth (13), película que recibió muy malas críticas aunque salvó los papeles en una taquilla de balance discreto pero al menos positivo.
Signs fue la tercera película conjunta, tras las espléndidas The Sixth Sense (99) y Unbreakable (00), que necesariamente habrán de ser incluidas algún día en esta espero muy larga lista personal de las mejores bandas sonoras de la Historia. Pero he escogido Signs por dos razones: una es intelectual y la otra emocional y también espiritual. Ambas combinadas dieron lugar a una creación única e incomparable.
¿Cómo aguantar y mantener la tensión en una película en la que los malos, los extraterrestres, no aparecen hasta el mismísimo final? Anunciarlos y decir que van a venir con no buenas intenciones no es solución, solo parte de ella, puesto que no se puede tensionar una película solo en base a avisos, así que fue muy buena idea que los extraterrestres hostiles ya estuvieran presenciados desde el mismísimo principio en la película, en la forma de una embajadora del todo agresiva: la música. Efectivamente, el tema inicial del filme es el tema de los extraterrestres, presentado en todo su malvado esplendor, y a partir de ahí sonará presenciándose y abriendo el camino para la llegada de sus propietarios. ¿Cómo aguantar y mantener la tensión en una película en la que los malos, los extraterrestres, no aparecen hasta el mismísimo final?: haciendo que los extraterrestres estén en el filme en forma de música. Brutal.
Graham Hess (Mel Gibson) es un pastor protestante viudo que vive con sus dos hijos y con su hermano. Tras la muerte de su esposa en un accidente de tráfico, ha perdido la fe y abandonado la religión. Al conocer lo que va a suceder trata de poner a salvo a su familia, pero todo parece estar en contra. Sin embargo, en el ataque del extraterrestre se revela que el agua puede acabar con él... y entonces le vencen. El agua de la salvación, el agua del bautismo, el agua como don sagrado que purifica, renueva, libera...
Hay más: ¡muere el extraterrestre pero no su música! A la música no se la puede matar con agua pero sí transformar con el poder del amor, y es exactamente lo que sucede de modo apabullantemente poético. Efectivamente, no hay mayor victoria para un sacerdote que ha decidido volver a ejercer que haber logrado convertir la música del Mal en la del Bien. Brutal también.
Películas anteriores: