En el marco del 10 Festival de Música de Cine de Cracovia tuvo lugar la proyección del documental Score: A Film Music Documentary, escrito y dirigido por Matt Schrader y que cuenta con la participación de un nutrido elenco de compositores, la casi totalidad del ámbito estadounidense. Ha podido hacerse gracias a una intensa campaña en la web Kickstarter, donde logró una recaudación de 121.000 dólares de casi 1.300 patrocinadores. Una generosidad que, por los resultados ofrecidos, ha sido bien recompensada en la forma de un filme que, aunque no perfecto y con varios puntos débiles, contribuye a fomentar la pasión por el arte de la música cinematográfica. Que haya podido hacerse es en sí un motivo de celebración, porque suma y en nada resta.
Este documental aborda diferentes aspectos, tales como la historia de la música de cine, el proceso de producción y de grabación y el resultado final, su aplicación en el filme. Se recogen declaraciones de unos cuarenta compositores, se incluyen imágenes de archivo de otra decena y participan también profesionales variopintos (productores discográficos, agentes, publicistas, historiadores...). Pero, curiosamente, un solo director: James Cameron. Una desproporción que juega en contra: es, no cabe duda, una delicia ver intervenir a tantos compositores (la lista completa aquí), pero finalmente tanto salto de uno a otro y, por temas de tiempo, muchos con una sola y brevísima intervención, provoca que lo que pretende explicarse quede despiezado y muy fragmentado. Y que en lugar de concentrar la atención la distraiga, para el espectador medio. Es probable que por las circunstancias en la producción de este documental, por la inexperiencia de su director (es su primer filme), y por la creciente suma de compositores al proyecto -lo que se iba anunciando con merecido entusiasmo en las redes sociales-, haya derivado en una suerte de deuda de agradecimiento por la que parecía obligado meterlos a todos. Finalmente algunos han tenido que ser excluidos, pero no han sido bastantes los sacrificios en beneficio de la narrativa del documental, que sigue sufriendo algo de asfixia.
Y aún así durante parte del filme, especialmente en su primera media hora o algo más, sí se logra una coherencia narrativa a varias voces, en un gran y acertado esfuerzo de montaje. No es así todo el metraje, pues a partir de su segunda mitad, cuando entra en materia la grabación con orquesta, empieza a perder solidez e incluso interés, para no recuperarlo en lo que resta, básicamente porque la película deriva de la enseñanza y la explicación al relato de lo anecdótico.
La primera parte es la más interesante. Aborda lo más determinante: el sentido y finalidad de la música en la película. Sin embargo, a esta parte se le pone menos énfasis, y aunque son mencionados algunos ejemplos interesantes no van mucho más allá, cuando es mucho más importante que por ejemplo los asuntos de grabación, a los que se dedica bastante más tiempo. Por poner un ejemplo, el crítico Leonard Maltin comenta que la música tiene la capacidad de contradecir o negar aquello que explica el director con las imágenes (algo que en MundoBSO hemos abordado vastamente)... y ahí se queda, una puerta -como tantas otras- que ni tan solo se traspasa. El principal inconveniente de este ambicioso y muy bienintencionado documental es que pretende abarcar muchas cosas pero al final se queda a medio camino en todo.
La música en el cine es un tema extenso, intenso y complejo, que se puede focalizar desde la perspectiva intelectual como la emocional, explicar su evolución histórica o centrarse en el proceso creativo o técnico. Claramente el camino escogido aquí es el de llegar a un público mayoritario, y se sacrifica la enseñanza en beneficio del entretenimiento. Es más anecdótico que didáctico, se dicen y comentan cosas muy interesantes y otras que no lo son tanto.
Su punto débil no es lo que cuenta sino lo que se queda sin ser contado. Es ciertamente muy interesante el proceso creativo, aquí bien explicado, pero lo verdaderamente apasionante son los resultados finales, cuando la música se convierte en cine, aspecto apenas tratado. Por otra parte, el documental, con sus virtudes, tiene algunos problemas en su montaje. Seguramente, cuando sea lanzado en DVD y puedan incluirse todas las entrevistas al completo (y aquellas que por razones obvias han debido ser excluidas), ganará mucho y probablemente sea más didáctico. No es un documental notable, pero sí muy recomendable. Se agradece y mucho el esfuerzo que se ha hecho.
Nuestra valoración: 6/10