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The Mission (86) significó para Ennio Morricone lo mismo que Out of Africa (85) para Barry: su reincorporación a primera fila, si bien en el caso del compositor romano más dentro del mercado norteamericano -todo y que la película es británica-, pues en el europeo nunca dejó ese privilegiado puesto: a principios de la década había firmado exquisiteces como La banquière (80), de Francis Girod, La vera storia della signora delle camelie (81) o La venexiana (86), ambas de Mauro Bolognini, La disubbidienza (81), de Aldo Lado, o exitazos como Le professionnel (81), Le marginal (83). Pero lo cierto es que en la industria norteamericana estaba en declive, cosechando fracasos comerciales como White Dog (82) o incluso recibiendo absurdas candidaturas a los premios Razzie por bandas sonoras como las de Butterfly (81) y la de The Thing (82), de John Carpenter. Incluso su nuevo filme con su compatriota y amigo Sergio Leone fue un fiasco comercial absolutamente monumental: Once Upon a Time in America (84), la épica saga sobre la mafia neoyorquina durante parte del Siglo XX para la que escribió una variada partitura de evocación nostálgica en la que se empleó un tema preexistente, Amapola, que se hizo popular.

Decidió dejar de trabajar para los americanos porque no me pagaban más de lo que pagaban al peor compositor americano. Después del éxito de The Mission, mi caché aumentó y ahora me pagan el máximo (en el documental de la BBC)

A The Mission siguió otro éxito, The Untouchables (87), un nuevo éxito. Para ella creó una partitura épica de gran variedad melódica, en la que sobresalieron los temas dedicados a Al Capone, Elliot Ness y sus compañeros, así como un hermoso tema de amor. Con Brian De Palma, el director, volvería a trabajar en Casualties of War (89), drama ubicado en la guerra del Vietnam con otra apabullante partitura con un tema principal cercano a lo pastoral en el que coros y melodía se fundían para ofrecer una perspectiva dramática, muy sentida, de los horrores de la guerra. En Italia logró otro triunfo internacional con Nuovo Cinema Paradiso (88), melodrama sobre la amistad entre un proyeccionista cinematográfico en un pequeño pueblo siciliano y un niño al que transmite sus emociones y vivencias. Fue dirigida por Giuseppe Tornatore –con el que a partir de aquí colaboraría habitualmente- y el suyo fue un recital melódico de elegancia, sensibilidad y buen gusto. Uno de los temas fue escrito por su hijo Andrea Morricone y tuvo gran repercusión. Con Roman Polanksi trabajó en el thriller Frantic (88) y con Pedro Almodóvar en Átame! (89), si bien la relación entre ambos no fue buena, Morricone se quejó del silencio del director, aunque muchos años después se reconciliarían.