A pocos meses de las olimpiadas de Barcelona 1992, la selección española de waterpolo tiene todos los números para pasar sin pena ni gloria, hasta que llega un nuevo entrenador que impone un esfuerzo sobrehumano y trabajo en equipo.
Banda sonora en la que el compositor hace uso de música sinfónica y de electrónica y la aplica en el filme en desarrollo creciente, construyéndola paulatinamente hasta llevarla a la eclosión final. Se trata de una música que no aspira a ser meramente épica ni hagiográfica, sino que mayoritariamente está posicionada desde la perspectiva de los deportistas, remarcando sus ilusiones, contradicciones, decepciones y sobre todas las cosas su empeño de superación. Su tono general contenido y algunos momentos sentimentales son especialmente destacables.