En 1978, un conductor del autobús 47 residente en el barrio de Torre Baró, en Barcelona, harto de que el Ayuntamiento se niegue a hacer que un autobús llegue hasta la zona alegando que las calles son demasiado estrechas y empinadas, decide secuestrarlo para demostrar que sí puede llegar.
Esta es una película sencilla y bienintencionada en la que la música del compositor está dispuesta en un discreto segundo plano más para apoyar que para explicar, y que evita -y es su mayor acierto- cualquier tipo de edulcoramiento o de énfasis sobrecargado. Se muestra y demuestra en la escena climática del filme, el ascenso del bus a Torre Baró, en la que de alguna manera se deja al protagonista a su riesgo y suerte al no otorgarle el usualmente consabido arropamiento musical. El tema principal es muy discreto, prácticamente tímido, no es música para una gesta sino para señalar la humildad de quien la acomete. El resto de músicas siguen esa misma línea y todas ellas ayudan a llevar al filme hacia arriba.