Una bailarina entra en crisis cuando su director y hombre al que ama muere en un accidente de tráfico.
El compositor aplica una breve, sobria, elaborada y refinada creación dramática que arranca abierta, luminosa, aunque con un moderado trasfondo trágico. A partir de esta premisa la coloca y desarrolla en una vía dolorosa que de alguna manera lleva por terrenos depresivos, desoladores y de angustia. Y es un proceso que va a peor, que se oscurece y se quiebra, llegando a la casi destrucción musical, con formas que recuerdan -solo es una referencia- a Bernard Herrmann, especialmente en lo que se refiere a la inserción de la música en la mente y el ánimo de la protagonista.