Un joven es enviado a vivir con su padre, en Tokio. Allí entra en contacto con el mundo de las carreras de autos y, al perder una carrera con un miembro de la Yakuza, debe entrar en el submundo de la delincuencia para pagar su deuda.
Frenética creación en la que se combina y alterna lo sinfónico, lo moderno, lo urbano y lo electrónico, sin espacio para el descanso o la relajación. El compositor adapta su aceleración y vertiginoso ritmo a la del propio filme y, en este aspecto, ayuda a dinamizarlo y dotarlo de la adecuada dosis de adrenalina. Puede resultar saturante e incluso agobiante, pero se trata de una obra creada precisamente con esos propósitos, y en su resultado final cumple sus cometidos solventemente.