La historia de tres mujeres unidas por la amistad pero separadas por sus trayectorias profesionales, que se reencuentran cuando una aspirante a actriz acude a ellas en busca de información sobre la actriz que fue maestra y mentora en sus primeros años de carreras interpretativas.
Reseña de Dion Bargailleon
A pesar de ser una película con abundantes diálogos, quizá en parte emulando una obra de teatro, el compositor sabe encontrar muy bien su lugar y escribe una música sentida y dolorosamente hermosa. No estamos ante un film de género, ni hay ningún elemento geográfico, dramático o convencional de ningún tipo que ayude al compositor a encontrar la llave de esta música. A pesar la dificultad el compositor da exactamente en el clavo, y consigue como por arte de magia un entendimiento total con las imágenes: la amistad de las protagonistas es reflejada en clave de jazz por un clarinete cálido y agridulce, pero no exento de cierta ironía fiel reflejo de la cierta dulzura que hay bajo la compleja relación de las tres actrices.
Se emplea al principio, final y en en las transiciones, uniendo las diversas escenas con esa idea de trasfondo continuamente presente a lo largo del metraje. Maravillosos los pasajes de bravura del ilustre jazzman Paquito d'Rivera. Para los momentos más desgarrados, en la que las tres mujeres se abren mutumente sus heridas recurre con acierto en el trío a una música mucho más romántica, sentida y dramática. La hermosa entrada del violín concidiendo unas palabras de Núria Espert en la escena en la que cenan juntas es un comentario desolador que logra arrancar chispas de emoción de la pantalla.
Mención aparte merece el tema Porpre i Or, originalísima pieza para guitarra sola. Hermosa, sutil, con inesperadas reminiscencias flamencas, abruptas modulaciones y armónicos que la convierten en una brillante y arriesgada pieza y que además logra conferir a las imágenes del teatro un extraño aire de solemnidad entrañable completamente en perfecta sintonía con todo lo que la película quiere transmitir.
La pieza para dos pianos Ifigenia es también de una belleza absolutamente maravillosa, casi un homenaje a la inocencia de las casi niñas que interpretaron aquella obra treinta o cuarenta años antes. En definitiva, el compositor logra destilar la esencia de la película, magnificando todo aquello que quiere significar y mostrar un muy acertado Ventura Pons con las imágenes. Una vez más, una banda sonora magistral de un compositor que no deja nunca de ser asombroso y genial.