Un hombre descubre que sus pesadillas se convierten en realidad: en ellas obliga a gente a suicidarse de la forma más cruel.
En la línea de lo que había hecho en The Lost Empire (85) -que se acompaña en esta edición- el compositor aplicó una partitura ambiental basada en los ritmos electrónicos característicos de los ochenta, con resultados simplemente correctos.