En un pueblo perdido de la montaña pasan cosas muy extrañas: hombres que crecen como vegetales, mujeres que se reúnen para sortear puestos de prostitutas, suicidas frustrados, escritores que plagian... y el sol sale cada mañana.
Solo en los créditos iniciales y finales el compositor desarrolla un tema musical extenso, una melodía entrañable y bella que, en su apertura, avanza el carácter sencillo pero plácido que va a tener toda la película. En el resto del metraje dominan los temas diegéticos (de múltiples estilos) o breves pero muy precisas pinceladas melódicas, que refuerzan las secuencias dándoles un adecuado tono de humor.
Destaca una canción a ritmo de gospel con la que el maestro del pueblo enseña a sus alumnos el funcionamiento del corazón. Se incluye, junto con otras bandas sonoras, en el recopilatorio José Nieto : Música de cine (96).