En la España de la década de los cincuenta, un joven que se acaba de licenciar del servicio militar hace planes para casarse con su novia. Pero conoce a una enigmática mujer con la que se obsesiona y que le incita a matar a su prometida para hacerse con sus ahorros.
En su cuarta colaboración con Aranda, el compositor construye esta partitura a partir de un piano y de un cuarteto de cuerda. Como hizo en Los claros motivos del deseo (76) y en cierta manera también en La guerra de los locos (86), elabora una estructura musical en la que la melodía se va creando poco a poco, comenzando de manera prácticamente irreconocible y que se escucha completa en el desenlace final, que aquí es un villancico aplicado en una secuencia de crimen. Este recurso le permite ir incorporando la melodía a la par que los personajes van descubriendo sus verdaderas identidades e intenciones, y la tonalidad se equipara también con la de los protagonistas: la música es deliberadamente sencilla. Esta banda sonora está editada conjuntamente con la de Intruso (93).