Tercera entrega de Fantastic Beasts and Where to Find Them (16). El profesor Albus Dumbledore sabe que el poderoso mago oscuro Gellert Grindelwald está haciendo planes para apoderarse del mundo mágico. Incapaz de detenerlo él solo, confía en el Magizoólogo Newt Scamander para dirigir un intrépido equipo de magos, brujas y un valiente panadero en una misión peligrosa.
A pesar de ser esta película fiel a la mitología del mundo mágico de Rowling, resulta más aparatosa y la menos lograda de las hechas hasta ahora: apenas se detiene a explicar los hechizos mágicos o las estrategias utilizadas por sus personajes, lo que hace casi inevitable distanciarse de ellos. Pese a todo, los personajes evolucionan y se desarrollan: Gellert Grindelwald, por ejemplo, se vuelve más poderoso que nunca y el filme adquiere un tono oscuro, opresivo e incluso desagradable, con elementos dramáticos algo pueriles, con desafíos amorosos incluídos con aroma de culebrón.
Es una película larga, excesiva, que pretende entretener sin llegar a conseguirlo del todo. Pero James Newton Howard intenta que todo funcione y que todo quede (más o menos) explicado, especialmente en lo que se refiere a la dramaturgia y a las motivaciones y emociones de los personajes. Obviamente, el sentido enfático del espectáculo y de la magia es la parte más sencilla de resolver pues el compositor tiene oficio sobrado para sumar grandilocuencia y epicidad, lo que hace con facilidad y manteniendo la línea que ya aplicara en las dos anteriores entregas. No hay, pues, ni sorpresa ni nada singular que celebrar más allá de agradecer que el cine mainstream todavía dé cabida a la música en mayúscula, no industrial.
Aunque en su conjunto resulta algo confusa, y lo es más por las carencias de la propia película que el compositor intenta -sin acabar de conseguirlo- enderezar, se destacan sobremanera dos elementos: el dramatismo algo desesperanzado y afectado que imprime en varios momentos, y la furia iracunda y enérgica que se percibe en otros, lo que ayuda a elevar y hacer más palpable y trascendente el conflicto de los personajes. A eso se le suman instantes de cuidada belleza. No acaba de haber sintonía y sinergia entre música y el resto del filme, pero la música no siempre puede hacer magia.