Secuela de Annabelle: Creation (17) en la que la muñeca maligna se fija un nuevo objetivo: la hija de diez años de los demonólogos...
Nada nuevo hay en esta banda sonora que no lo hubiera ya en las anteriores de esta saga. El compositor aplica nuevamente música para recrear los entornos claustrofóbicos e intenta reproducir la fórmula que funcionó tan bien en The Conjuring (13), con la dualidad entre estas músicas tóxicas y la dramática. Sucede que en aquél filme, el tema dramático era de Mark Isham y tenía gran categoría, la suficiente para funcionar como contrapunto. Aquí, sin embargo, la música que se aplica para los protagonistas, a pesar de tener el mismo punto sentimental y desolador, es poco sólida y grisácea, lo que genera un desequilibrio y afecta al conjunto, que acaba por ser monótono y rutinario. El tema de Annabelle (el mismo que en el filme de 2013) es desaprovechado.