Dos hermanos que recorren Argentina, descubren un diario que relata unos crímenes cometidos veinte años atrás. En ese momento, el pasado y el presente se confunden: una familia es perseguida, torturada y exterminada siguiendo paso a paso los hechos descritos en el diario ante la mirada impotente de los hermanos. Y el viaje se convierte en una pesadilla.
Esta banda sonora puede perfectamente inscribirse en la categoría de partituras malditas, ese grupo de creaciones que han sufrido múltiples incidentes como cortes y mutilaciones o que están condenadas a no ver la luz en edición discográfica. Entre lo escrito por el compositor y lo que aparece (pero más importante: el cómo aparece en la película) hay una gran diferencia. Su música, muy notable, se sustancia en dos niveles dramáticos bien diferenciados y mejor estructurados: la música destinada a lo misterioso y aquella aplicada a los personajes. La primera es una música intensa, hostil, muy poderosa y contundente; la segunda gira en derredor de un bellísimo tema principal, liberador, que arranca frágil que, en su combate con la primera, va ganando en presencia y fortaleza. Pero el guión musical que director y compositor diseñaron fue alterado por los productores, que llegaron a cambiar la música de sitio y la convirtieron en caótica y desordenada. Uno de los temas de la banda sonora fue escrito por Marc Vaíllo