Cuando las tramas de sus libros empiezan a parecerse demasiado a las actividades de un siniestro sindicato clandestino, una autora de novelas de espías se ve inmersa en el verdadero mundo del espionaje.
El cine de espías ha sido fuente de numerosas bandas sonoras vibrantes, animadas, espectaculares, hermosas y formidables en lo musical, con temas principales inolvidables. No es el caso de esta creación apática, monótona, poco bonita y corriente en lo musical, una banda sonora de rutina con aspiraciones de comedia y frenesí, que arranca bien poniendo elevado el listón y generando expectativas pero que a mitad de película entra en barrena y entra en territorios de clichés y tópicos, volviéndose repetitiva y predecible, sin alma. Podía ser muy colorida pero es sustancialmente grisácea.