Un joven artista que tiempo atrás desapareció sin dejar rastro es buscado de nuevo por la policía, cuando aparecen nuevos indicios.
Extensa e intensa partitura convertida, en su aplicación a la película, en el principal elemento castigador, unificando a los distintos personajes con el propósito de dar una misma perspectiva a sus diversas reacciones. Pero el compositor, lejos de pretender hacer palpables las emociones de estos seres, se posiciona hábilmente en su contra, de modo que la música va más allá de un estado de tensión latente y puede avanzarse a los acontecimientos que se suceden. Lo logra mediante una obra que, por no tener carácter resolutorio, multiplica su efecto angustiante y desolador, lo que resulta del todo útil para la manipulación de las impresiones a transmitir a los espectadores.