Una joven despierta atrapada y secuestrada en el ascensor de un rascacielos, donde está a merced de sus secuestradores.
El compositor aplica una elaborada creación de género que desarrolla en los territorios de la tensión y opresión, por un lado, y en el de lo sentimental y el anhelo de liberación por el otro, en una dualidad que mantiene sólidamente a lo largo del filme. Con el uso de electrónica y orquesta, e instrumentos aborígenes australianos, crea un entorno hostil, asfixiante y tóxico, que ejerce presión sobre la protagonista.