Secuela de Avatar (09). Jake Sully vive con su nueva familia en el planeta de Pandora. Cuando una amenaza conocida regresa, debe trabajar con Neytiri y el ejército de la raza na'vi para proteger su Planeta.
(contiene spoilers)
A la expectación que generó la esperadísima secuela de Avatar (09) se sumó también la generada por lo que sucedería con la música, en cómo Simon Franglen retomaría el legado de James Horner. Franglen ha cumplido con la difícil tarea de asumir el relevo y, en lo que a él compete estrictamente, se salda con un resultado más que notable. El problema, y no es pequeño, lo genera el propio James Cameron.
La película es visualmente apabullante, no vamos aquí a aportar nada que no se haya dicho o escrito ya, y que no sea obvio además. El crítico Fausto Fernández sentencia del filme que es la vuelta de un cineasta mayúsculo que siempre se empeñó en levantar catedrales hacia la perfección (*) pero inexplicablemente en este título lo que hace Cameron es justo lo contrario: destruir la catedral que había empezado Horner y que aquí ha seguido edificando Franglen hasta la llegada de los créditos finales. Sobre maravillosas imágenes submarinas de celebración de un mundo increíble, el de Pandora, en lugar de sonar esplendoroso el tema principal de Horner se impone una canción de The Weeknd que rompe por completo la estética, la arquitectura y sobre todo la lógica y la magia. Esta es la peor decisión de James Cameron y una ofensa al legado de Horner. ¿Alguien podría imaginar que sucediera algo parecido en el final de Jurassic Park (93), donde la música es una celebración en toda regla de la existencia de unos animales fascinantes? ¿Alguien podría imaginar a Spielberg reemplazando la recapitulación de Williams por una canción de The Weeknd? Pues es exactamente lo que ha ha hecho Cameron. Y, así, todo el río que estaba conduciendo las aguas del formidable y tan emblemático tema principal de Horner acaba en la absoluta nada. No hay que olvidar que en la primera película, la canción I See You, también de créditos finales, al menos era una versión del tema principal.
Hasta este bochornoso y torpe momento todo fluía más o menos adecuadamente, teniendo en cuenta las complicaciones inherentes que tiene desarrollar temas musicales en contextos de casi constante acción, de (magníficos) efectos sonoros que justificadamente deben ser protagonistas, etc. Franglen mantiene y amplía el tema principal de Horner, que funciona la mayor de las veces como referencia a un mundo que fue lo que ya no le dejan ser, y que se combina con el parabará de cuatro notas que aquí es la cita de la muerte avisada, de los lugares, de los animales, de todo lo que representa Pandora, incluidos en ella quienes tienen tema propio. Lamentablemente, pues habría elevado mucho más a la película, no hay realmente un juego de lo que podría ser tema/contratema con el tema principal -o los centrales positivos- atacados por el parabará o por la música de los marines transformados en avatares. No lo hay y eso resta algo al conjunto de la experiencia, también en lo visual.
Franglen ha querido honrar el legado de Horner y respetarlo, y así lo ha hecho dentro de sus limitaciones propias y ajenas. Ha creado temas nuevos para la familia protagonista, Kiri y la tribu acuática, que son lo más notable de toda la creación original del compositor, aunque quedan algo diluidos en un conjunto de músicas algo sobresaturado. Franglen ha empleado instrumentos especiales para aportar nuevas texturas y sonoridades que mantienen estrecho vínculo con el mar y sus flujos. A ello se suman las voces y coros, los vibrantes temas de acción y un enorme trabajo de producción musical para convertir esta banda sonora en parte imprescindible de la experiencia inmersiva. Pero esa experiencia inmersiva debería haber formado un arco dramático, que comenzara, evolucionara, y llegara a algo único para dejar a la audiencia, como hizo Spielberg, en un punto de no retorno. Lamentablemente a Cameron, tan obsesionado con los más mínimos detalles visuales, no le ha importado no poner en las bellísimas imágenes del paraíso la música de ese paraíso. Pandora debería ser lo más importante.