Un grupo de personas desayuna en un bar en el centro de Madrid. Uno de ellos tiene prisa; al salir por la puerta recibe un disparo en la cabeza. Nadie se atreve a socorrerle. Están todos atrapados.
En la línea de las músicas en el cine del director, esta es una banda sonora de impresiones, que va calando paulatinamente en el espectador, con un adecuado todo de fatalidad, de desánimo, y que en la parte final se vuelve intensa, explosiva y demencial. Más allá de eso no tiene mayor interés.