Una muñeca Barbie vive en Barbieland donde todo es ideal y lleno de música y color. Un buen día decide conocer el mundo real, con inesperadas consecuencias.
En este filme la música instrumental ocupa espacios de menor relevancia en relación con las canciones, que tienen mayor protagonismo. Los temas son variados y funcionan muy bien en los momentos ambientales y de comedia (con aires grusianos en un par de secuencias) pero que resultan del todo mediocres cuando el filme se pone serio y la música pretende enfatizar lo dramático y lo sentimental. La película arranca con un gag -divertido o anodino, que lo decida cada persona- que homenajea el inicio de 2001: A Space Odyssey (68). Bastante más adelante, cuando Ken pasea por las calles de la ciudad del mundo real vuelve a sonar el Así habló Zaratustra de Strauss. Es un gag que no funciona, al contrario que el maravilloso gag que se consiguió -uno de los mejores gags musicales de todos los tiempos- en Being There (79), de Hal Ashby: