La historia de Margaret y Walter Keane, quienes en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, tuvieron un éxito enorme los cuadros que representaban niños de grandes ojos. La autora era Margaret, pero los firmaba su marido.
El compositor, como en otros filmes del director, intenta recrear un entorno de fantasía y ensueño, protegiendo a sus personajes casi como entre algodones, con música atmosférica y también sentimental. Aquí, sin embargo, firma una creación ligera y vacía de contenido, que es más de relleno (los temas que no son suyos tienen más peso en el filme) y que simplemente aporta un tono pálido al lienzo filme, un color de evocación, empático pero que no acaba de integrarse.