Los propietarios de un pequeño café clandestino para la elite liberal en Kabul debe gestionar no pocos problemas con los talibanes.
El compositor saca máximo provecho de la música étnica pero no solo para la recreación meramente ambiental del entorno en el que se desarrolla la historia sino especialmente para extraer de ella los elementos más dramáticos. Su música -apoyada por voces- es intensa, emotiva y delicadamente evocadora. La sustenta en variedad temaria, pero gira en derredor de un notable tema principal, afligido y evocador, al que siguen diversos temas en similar línea. Se cierra sin embargo con dos canciones muy por debajo de lo ofrecido en el resto de la partitura.