Mientras en Berlín tiene lugar la conferencia de Potsdam, un periodista norteamericano investiga un crimen en el que se ven implicados su propia amante y su chófer.
Aunque en apariencia esta es una banda sonora con reminiscencias herrmannianas, lo es solo en su tono, pero no formalmente: Herrmann primaba generalmente la fuerza de un tema principal sobre el que ejecutar variaciones o repercusiones, algo que evita Thomas Newman, quien de todos modos sobresale por un trabajo muy sugerente, intenso, ocasionalmente siniestro y con momentos románticos de extremo dramatismo. Se apoya, sí, en motivos que referencia a lo largo de su trabajo, para dar al conjunto coherencia narrativa y un cierto cariz añejo, a la usanza del Hollywood clásico. Su música es violenta y también lírica (en particular en su empleo de violín), y muy elaborada