Un hombre presencia cómo un amigo suyo mata a su esposa. Incapaz de ir a la policía, tampoco puede perdonarle. A partir de ese momento, se desatan entre ambos unos acontecimientos que dejarán al desnudo sus dobles morales.
El compositor desarrolla una sobria partitura en la que el piano es el instrumento protagonista y donde las melodías -incluida la principal- se desarrollan en dos niveles dramáticos que ocasionalmente se fusionan: por una parte, un tono de pesar y aflicción, casi mortuorio y muy dolorido; por otro, un cariz moderadamente sórdido, opresivo, que por su carácter estático se transforma en algo incómodo y desagradable, lo que ayuda a transmitir al espectador el factor psicológico de los personajes, sin visos de solución.