Un adolescente enfermo de leucemia en un pequeño pueblo británico recibe la visita de dos extrañas forasteras, una madre y su hija que confiesan ser vampiras. A pesar de ello, se integran en la comunidad y la hija inicia una relación con el chico enfermo.
El compositor aplica una banda sonora ambiental y dramática turbia, moderadamente gótica, que lleva al terreno musical el conflicto entre la luz y la oscuridad, aunque no de un modo opuesto sino convergente, de tal modo que ambos colores se exponen de un modo equilibrado, evidenciando que son las dos caras de lo mismo. Lo hace en todo momento de forma sutil, sin ser muy explícito salvo en el uso del refinado tema principal aplicado como vía de liberación emotiva y dramática y de su contratema, poderoso, que retiene a las dos vampiras en su condena eterna. Tiene momentos corales siniestramente bellos.