Serie televisiva sobre un aristócrata ruso que se salva de la muerte y es puesto en arresto hotelero durante la revolución bolchevique.
El compositor firma una creación que mantiene un adecuado equilibrio entre lo dramático y lo humorístico, en un entorno ambiental enraizado en su lugar (Rusia) y su tiempo (los años 20 del Siglo XX). Los títulos de crédito homenajea la pintura vanguardista rusa del momento (Kandinsky, Popova, Malevic...) y la enérgica y elegante música de Jusid parece querer representar el choque de dos mundos opuestos que han de coexistir: lo viejo y lo nuevo, pero de modo más épico y novelesco que trágico.
Los primeros minutos presentan al personaje protagonista, un aristócrata a quien los revolucionarios condenan a reclusión permanente en su hotel de lujo favorito, con liberad de movimiento dentro de las instalaciones y derecho a la mejor comida, pero al que alojan en la peor de las habitaciones. La música que se le atribuye es refinada, elegante, aristócrata, pero con una sutil segunda capa de tristeza, incluso de cierto patetismo, lo que señala y servirá para definir en lo sucesivo la apariencia que lucha por mantener exteriormente, su dignidad también de clase, a la vez que evidencia su creciente fragilidad y la reconstrucción de su propio yo adaptado a la realidad que le envuelve.
Hay músicas que convierten el escenario del hotel en un escenario teatral, de apariencias, de una burbuja tragicómica a punto de explotar, hay músicas incluso pomposas (en nada vulgares) para generar un aura de fantasía, de fábula, pero frente a ellas hay también músicas de gran calado dramático para resaltar la verdad y realidad de la oscuridad de los tiempos y de la lucha por superar la adversidad. Las músicas del compositor, revueltas como lo son las circunstancias, explica mucho más de lo que aparenta explicar.