Una joven sufre un accidente de coche. Cuando despierta se encuentra encerrada en una celda bajo tierra, secuestrada por un hombre que dice haberla salvado del día del juicio final.
Banda sonora elaborada y con elementos refinados, lo que la hace más amenazante e hiriente, y que se posiciona en acoso a la protagonista y luego a los demás personajes. Frente a estas músicas, un poderoso tema principal que arranca en un estado casi desolador y que se va abriendo y liberando a la par que la determinación de la protagonista, hasta llegar a un final enfático y contundente, bello. El problema es que hay tal sobresaturación de músicas en el espacio cerrado donde se desarrolla el filme que acaba colapsando todo y difuminando el poder explicativo del tema principal, resultando en una banda sonora forzada e impostada que pretende expandir una sensación de opresión y tensión pero que genera más indiferencia que atención y no ayuda a crear ni la claustrofobia ni angustia pretendida. Su falta de ponderación y su factura televisiva la hacen una música innecesaria e inadecuada.